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Orientación a resultados, ¿cómo ponerla en práctica?

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La velocidad y la capacidad de reacción ante determinadas circunstancias son los dos elementos principales de la orientación a resultados, una característica que tienen las empresas para acercarse a los objetivos propuestos de la forma más eficaz posible.

Ojo, esto no significa que cualquier estrategia o método sean considerados buenos para alcanzar nuestros resultados. No, de lo que se trata es de saber conducir tanto la actitud de los equipos de trabajo como los recursos disponibles.

Algunos especialistas de la gestión empresarial creen, incluso, que es una competencia estrechamente vinculada a la capacidad de adaptación de las compañías a su entorno, sobre todo si tenemos en cuenta que el mercado actual cambia continuamente y exige a los profesionales de esta área nuevas competencias y habilidades.

Elementos básicos de la orientación de resultados según Robbins

En su libro ‘Comportamiento organizacional’, el teórico empresarial Stephen Robbins plantea tres elementos básicos de la orientación de resultados:

1. Intensidad:

Se le relaciona también con la fuerza productiva de una empresa. Es decir, la cantidad de energía tanto técnica como humana desplegada para la consecución de un fin específico, algo que no necesariamente depende de qué tan difíciles o fáciles sean las actividades comerciales de cada empresa.

2. Autodirección:

Los procesos internos de las empresas se componen de tareas. La autodirección es la capacidad de sus líderes para orientar tales tareas hacia los resultados que se han trazado al inicio de los procesos. Eso implica, por ejemplo, definir cuáles de esas tareas son primarias, secundarias o terciarias y, sobre todo, cuáles no aportan ningún valor al grueso del proceso.

3. Persistencia:

La intensidad y la autodirección no sirven de nada si no se garantiza que las tareas tendrán continuidad en el tiempo. A esto llamamos persistencia; es la facultad de las empresas para perseverar en su búsqueda de objetivos concretos.

¿Sabes cómo aplicar la orientación a resultados?

La teoría siempre viene bien para adquirir referentes. Ahora bien, dichos referentes se deben complementar con claves prácticas y útiles para desarrollar la competencia de orientación a resultados en las empresas. ¿Conoces algunas de esas claves? En la siguiente lista te damos algunas cuantas:

  • Tener los objetivos suficientemente claros. Puede sonar obvio, pero sin esto no puede existir un método de orientación a resultados. Los objetivos son, recuerda, el faro que siempre perseguimos en nuestra labor empresarial.
  • Ser constante en el esfuerzo diario. Muchas empresas fracasan por falta de constancia y disciplina. Sus equipos abandonan progresivamente sus ideas hasta que un día acaban por diluirse del todo.
  • Apostar por sistemas de calidad. La calidad nos ayuda a diseñar mejores productos y a dinamizar las relaciones de los grupos de trabajo.
  • Vigilar la relación entre recursos y resultados. Una fórmula primordial para implementar un sistema de orientación a resultados pasa por evaluar cada cierto tiempo la relación entre los recursos que hemos invertido y los resultados obtenidos. ¿Necesitas más recursos? ¿Quieres mejorar los resultados? Sencillo: replantea la relación entre estos dos conceptos.
  • Definir indicadores de medición. Para obtener los resultados previstos, es esencial tener unos indicadores que no ayuden a medir el nivel de evolución de las tareas y determinar si éstas se ajustan a los objetivos trazados.