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Entorno motivante

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Después de empezar el año hablando de objetivos, toca ahora hablar del entorno.

Si hay algo que no podemos negar es la importancia  del entorno en todo lo que hacemos y vivimos. Por mucho que reforcemos la automotivación, el entorno nos afecta. A nadie se le ocurre que sería una buena idea jugar una final de la Champions en un campo de fútbol vacío, sin espectadores. De hecho, todos los equipos intentan tener el máximo de sus seguidores en las gradas, ya que transmiten su entusiasmo a los jugadores, que así se sienten más motivados. De la misma manera, una empresa o un hogar, cualquier escenario vital, es como ese campo de fútbol. ¿A quién invitas para que presencie tu proceso de motivación y te apoye en su desarrollo?

Hay una película de Will Smith que ejemplifica la importancia del entorno. En el film En busca de la felicidad, Smith interpreta la vida de Chris Gardner, un millonario y emprendedor estadounidense que pasó de ser una persona sin casa a tener mucho dinero mientras cuidaba de su hijo. En una escena en la que el protagonista juega con su hijo a baloncesto, el pequeño le dice al padre que será profesional; el adulto le responde que nunca lo logrará y que no quiere que se pase el día botando una pelota para tratar de conseguir algo que sabe que no conseguirá. El pequeño deja de jugar y baja la cabeza. Duro, ¿verdad? Entonces, al ver que el niño está hundido, su padre le dice: «Nunca dejes que nadie te diga que no puedes hacer algo, ni siquiera yo. Si tienes un sueño debes protegerlo. Si alguien no puede hacer algo te dirá que tú tampoco puedes. Si quieres algo ve tras ello y punto». Naturalmente lo que quería el personaje interpretado por Will Smith no era hundir a su hijoh sino enseñarle una lección de por vida: no dejar que el entorno decida por él.

En general  la actitud que interpreta Will Smith en la película se da en muchas facetas de la vida; especialmente para los niños ese tipo de entornos limitantes es habitual, pero también lo es el contrario: esos padres que quieren ver a sus hijos triunfar —en un deporte o en otra actividad— y los presionan para que sean los mejores; y no son pocos los chavales que sufren por perder la infancia intentando ser algo que no quieren. El entorno, si no es motivante, es frustrante y limitador. Si te dicen que eres malo lo serás y si te exigen más de lo que puedes dar, no conseguirás ser bueno en lo que puedes serlo. La clave está en crearte tu propio entorno y elegirlo de tal modo que te empuje y te gratifique.

Una de las frases que más me duelen es las cosas son como son. Me irrita y me subleva, ya que lo que hace quien la pronuncia es asumir que sí algo no le funciona es porqué está predeterminado. El entorno tiene gran parte de responsabilidad en esa imposición de una limitación que no se puede discutir, pero puedes utilizarlo para que juegue a tu favor.  Otra de las frases que no acepto es ya veremos qué pasa; lo explicaré con un ejemplo práctico. Tendrás a algún amigo que quiere vender un coche o un piso, o encontrar trabajo, tres cosas cuya consecución requiere de cierta actitud. Te lo cuenta, le dices que adelante y, pasada una semana, le preguntas qué tal va la cosa. Su respuesta no puede ser más decepcionante: «Espero que salga alguien». ¿Qué salga alguien? ¿De dónde? No se llega a ningún sitio con ese conformismo. Es necesario buscar que las cosas pasen, make it happen. Y muchas veces nos olvidamos.

Una de las costumbres que he tenido en mi vida es oír la radio; me encanta y tenía un aparato en cada una de las estancias de mi casa, hasta en la ducha la podía escuchar sin miedo a electrocutarme. Después de muchos años me he desecho de lo que antes era un placer: levantarme y que un locutor me acompañara al despertar. Lo he hecho para mejorar mi entorno. Si oyes la radio por las mañanas sabrás que uno de los géneros que hemos copiado de los países anglosajones son las tertulias: gente de distinto color político que se sienta en una mesa para intercambiar ocasiones. La idea es buena para contrastar puntos de vista distintos. El problema es que el modelo ha derivado en algo negativo y crispado, con un nivel intelectual muy bajo, y me di cuenta de que al irme de casa estaba de mal humor porqué si no había crispación era como si no pasara nada; eso afectaba a mi trabajo, así que lo dejé. Cambié mi entorno: ahora me pongo algo que me inspire. ¿Verdad que cuando vas a un lugar con gente positiva te contagias? ¿No te ocurre que si cuando estás mal quedas con amigos que te dan buen rollo, vuelves a casa con una sonrisa? Esos entornos son los que hay que perseguir.

Por tanto, cambiar el entorno no exige modificaciones profundas ni estructurales. Lo único que tienes que hacer es rodearte de un entorno motivante y puedes hacerlo de formas distintas: puedes ir a buscarlo o puedes hacer cambios en el entorno que ya tienes. Lo importante es dejar de lado las excusas y darte cuenta de si el entorno te limita, porque entonces debes actuar, en casa, con los amigos, en el trabajo o donde sea.

Debes tener presente que cambiar el entorno comprende ámbitos que quizá no imaginas de entrada. Por ejemplo, cambiar la forma de vestir; existe un concepto en inglés que es dress for success, ‘vestido para triunfar’, que se aplica a encontrar un trabajo o cambiar el que se tiene, dar con la pareja ideal, dar un giro profesional, retomar los estudios o, incluso, cambiar de grupo de amigos. Puede que la vestimenta no sea lo más importante, pero sí lo es que adquieras conciencia de que el entorno tiene muchas capas y tienes que identificarlas todas  para mejorarlas y modelar el entorno motivante que necesites. Puede dar miedo cambiar un entorno que ya es conocido, que quizá no es el óptimo para en el que ya te mueves con comodidad. Ese temor es natural, pero tienes que superarlo. Lo esencial es que no pienses que las cosas son como son y no pueden ser de ninguna otra manera.