¿Cuál es la diferencia entre actitud y aptitud profesional?
Para alcanzar el éxito en el campo laboral, lo primero es conocernos a nosotros mismos y tener claros los puntos fuertes de nuestro perfil. Y como parte de ello, es importante reconocer la aptitud profesional que nos distingue de otros candidatos del entorno. ¿Sabrías decirnos cuál es la tuya y de qué manera te favorece?
Aptitud profesional no es lo mismo que actitud profesional
Antes que nada es imprescindible dejar claro un asunto: no es lo mismo la actitud que la aptitud profesional. Aunque ambos conceptos comparten casi la misma fonética, señalan dos elementos esencialmente distintos.
La actitud profesional es la manera como actuamos en el ámbito laboral o en el área en la que nos hemos especializado. Puede ser positiva o negativa, entusiasta o displicente, defensiva u ofensiva, formal e informal; es decir, casi siempre está atravesada por una emoción, un sentimiento o una conducta que guía nuestros actos.
Una manera de ver la actitud de un candidato es valorando aspectos como el nivel de compromiso con las labores que asume, la solidaridad con las personas de su entorno, la forma en que se dirige a los clientes, entre otros aspectos.
En cambio, cuando hablamos de aptitud profesional, nos estamos refiriendo a una habilidad, talento o destreza para hacer algo. Aunque generalmente las aptitudes son innatas, hay otras que se pueden adquirir con la experiencia y la mejora permanente.
Si bien es cierto que todos somos especialmente buenos en algo, eso no quiere decir que sólo tengamos una aptitud profesional. Al contrario, las personas poseemos más de una aptitud o talento para desempeñar nuestro rol profesional.
Algunos ejemplos cercanos de aptitud profesional
Cada disciplina o área de desempeño exige aptitudes profesionales específicas. Como podrás imaginar, no es lo mismo ser escultor que policía o futbolista. Con todo y esto, en el panorama laboral actual sí que se pueden distinguir aptitudes profesionales que resultan transversales y aplicables a cualquier campo. Veamos algunas:
- Hablar un segundo o tercer idioma. Los idiomas abren puertas, y en un mundo globalizado como en el que nos desenvolvemos ahora todavía más. Las multinacionales, por ejemplo, valoran positivamente este elemento de cara a la contratación de nuevos trabajadores.
- Polivalencia. Los profesionales del siglo XXI deben saber hacer de todo. Es decir, aunque tengan una especialidad concreta, también tienen que demostrar que dominan conocimientos complementarios, aunque estos, al menos a priori, nada tengan que ver con su labor o su función.
- Adaptación a los cambios. El escenario laboral cambia a gran velocidad, lo cual exige que los profesionales sepan adaptarse a los distintos contextos. Esto quiere decir que tanto ellos como las empresas o proyectos que lideran tienen que estar a la altura de lo que cada circunstancia o momento exige.
- Innovación. Ser innovador y creativo siempre será un plus que las empresas valorarán positivamente. Es un rasgo distintivo que un buen número de ellas están dispuestas a remunerar de forma cuantiosa.
De todas las que te hemos presentado en este post, ¿cuál es la aptitud profesional que mejor se te da? Sea cual sea, valórala y cultívala; a futuro puede ser un rasgo que puede ayudarte a escalar en tu rama o disciplina.