Cinco errores a evitar en la dirección de equipos
La dirección de equipos es mucho más que definir roles y delegar funciones. Es una labor que implica un alto compromiso en todas las etapas del proceso y para la que se necesitan otras tantas habilidades y competencias.
No existe una fórmula mágica para lograrlo. Cada equipo y cada situación requieren de una serie de dinámicas propias del caso y que probablemente en otras condiciones no tendrían el mismo efecto ni los mismos resultados. Lo que para unos puede ser una oportunidad, para otros no es más que un obstáculo.
Dirección de equipos: lo que no debes hacer nunca
Ahora imagina que te han delegado la dirección de equipos en la empresa a la que perteneces. Es la primera vez que asumes dicha función y no sabes muy bien por dónde empezar. Sin embargo, consultas a una persona de tu área con una amplia experiencia en la materia y le pides algunos consejos al respecto.
Lo que no te esperas es que esa persona, antes que proporcionarte consejos, te propone un ejercicio mucho más efectivo: nombrar los errores que nunca (¡nunca!) deberías cometer si te dedicas a la dirección de equipos. ¿En qué consisten dichos errores?
1. Ejercer un solo estilo de liderazgo:
La dirección de equipos nunca se realiza de forma lineal. Es decir, al ejercerla no solo implementamos un modelo de liderazgo, sino que recurrimos a varios. El buen líder debe saber cuál es el mejor liderazgo para cada situación: autocrático, democrático, transformacional, entre otros. Es decir, debe apostar por algo que en términos de gestión se denomina liderazgo situacional.
2. Suponer que tu equipo está motivado de antemano:
Por lo general, los equipos necesitan estímulos externos para motivarse; salvo excepciones, no lo hacen por sí mismos, y menos si no existe una experiencia previa de trabajo en equipo. Por tanto, te corresponde encontrar fórmulas para aumentar su confianza y compromiso con el proyecto.
3. Ignorar las opiniones minoritarias:
Algunos líderes, especialmente los que ejercen modelos de dirección basados en la participación de sus colaboradores, toman las decisiones en función de lo que diga la mayoría de ellos. Pero ojo, también existen minorías que en caso de no ser tenidas en cuenta, pueden perder su motivación y abandonar el proyecto. Es tu deber no ignorarlas y dejarles claro que sus aportes también son valiosos.
4. Optar por una dirección basada en la autoridad:
La autoridad está bien en momentos de crisis, tensión o cuando es necesario obtener resultados a corto plazo. Sin embargo, si basas tu estilo de dirección de equipos en ella, acabarás generando el efecto contrario: apatía, insatisfacción, desinterés y rechazo por las decisiones que tomas. Usa la autoridad solo cuando sea indispensable; por lo demás, muéstrate flexible y cercano.
5. No tener los objetivos claros:
Imagina que tienes los mejores colaboradores de cada área y que has logrado convocarlos en un equipo. Sin embargo, a la pregunta de cuál es el objetivo de todo aquello, no tienes una respuesta clara y te quedas cruzado de brazos. Antes de conformar tu equipo, define primero lo que quieres lograr y luego sí entra en materia con la distribución de roles, las dinámicas y la asignación de tareas. Si lo haces a la inversa, difícilmente llegarás a buen puerto.
Otro error bastante común en la dirección de equipos es no conocer lo suficiente a los colaboradores. Esto puede llevarnos a tomar decisiones equivocadas, por ejemplo la inadecuada designación de tareas.