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Gestión de carteras y patrimonios: definición y estrategias

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¿Aún tienes dudas sobre la importancia de la gestión de carteras y patrimonios en una empresa? ¿No tienes claro cuáles son sus implicaciones? En este post te contamos algunas características de esta función y por qué no estamos hablando de cualquier otra función empresarial. ¡Saca tu libreta y toma nota!

¿Qué entendemos por gestión de carteras y patrimonios?

Retomemos brevemente el concepto de gestión de carteras y patrimonios, función que tiene que ver con la administración, el asesoramiento y la ejecución de acciones sobre valores de las empresas, en este caso realizadas por un intermediario.

Es decir, no es la empresa la que realiza esta labor en nombre propio, sino que para ello designa a un tercer agente que actúa en su nombre.

La cartera, recordemos, son las deudas que tienen los clientes con nuestro negocio; el patrimonio, en cambio, se refiere a los bienes, las obligaciones y los derechos contraídos durante el ejercicio de sus labores.

O resumiendo: en la gestión de carteas y patrimonios confluyen elementos que se relacionan con la operación de las empresas, tanto en el corto y medio plazo como en el futuro lejano. De esto dependen aspectos como la sostenibilidad, la rentabilidad y la capacidad para realizar planes de inversión.

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Estrategias para la gestión de carteras y patrimonios

La gestión de carteras y patrimonios no siempre se realiza de la misma manera. No sólo depende del cliente que la demanda y el tipo de empresa (con sus ingresos, su patrimonio neto y sus obligaciones), sino también de la estrategia que se elija para ello. Existen básicamente dos maneras de realizarlo:

  • Gestión activa:

Su objetivo es alcanzar un rendimiento superior al de los índices de la Bolsa. Esto se realiza con base a una detenida selección de activos y cobrando a cambio ciertas comisiones. Los gestores que apuestan por esta opción intentan anticiparse a los movimientos bursátiles, a los buscadores de sectores económicos y a los buscadores de títulos. En este último caso, su misión es clara: infraponderan aquellos que están sobrevalorados y sobreponderan los infravalorados.

  • Gestión pasiva:

En este caso, de lo que se trata es de obtener una rentabilidad igual a la del índice de referencia y sin utilizar técnicas de análisis de valores como el tipo fundamental o técnico. El ejemplo más habitual son los denominados fondos indexados. Esto no quiere decir que sea una estrategia simple, como en principio lo parece. Se trata simplemente que los gestores pasivos intentan repicar el índice de referencia con un número de títulos menor que el que realmente lo componen.

A la hora de elegir un método para la gestión de carteras y patrimonios, lo más importante es tener claro que ninguna de estas dos estrategias es mejor que la otra. La gestión debe aportar una serie de soluciones que compensen, hasta el punto en que sea posible, los costes que todo esto implica frente a la gestión pasiva.

También deben valorarse elementos como las retribuciones de los gastos activos, los niveles de riesgos diversificados, los costes de transacción y los pagos por impuestos de las ganancias de capital. ¿Cuándo empiezas?

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