Elementos para determinar la viabilidad de un proyecto social
Los proyectos sociales son aquellos que van enfocados a la mejora de las condiciones de vida de un entorno específico. Lo más habitual, es que apunten a satisfacer necesidades de la población en temas como la salud, la educación, la vivienda, el empleo y todo lo relacionado con el cuidado del medioambiente.
En función de su nivel de incidencia, los proyectos sociales pueden dividirse en algunas categorías. Algunas de las más conocidas:
- Los que buscan satisfacer una necesidad social directa y específica.
- Los que aportan de manera indirecta a una necesidad más amplia.
- Los que crean sistemas productivos nuevos.
Las modalidades más extendidas para la aplicación de un proyecto social son: públicas y privadas. En el primer caso, el proyecto es liderado por el Estado; en el otro, son las empresas privadas las encargadas de ejecutarlo. Un ejemplo de proyecto social público puede ser la construcción de un hospital en un barrio de bajos recursos. En cuanto a los privados, sus promotores más asiduos son las empresas particulares a través de su política de obra social o las ONGS (Organizaciones no Gubernamentales). Estos proyectos, como los de cualquier naturaleza, requieren de una fase previa en la que sus responsables lleven a cabo tareas de investigación y análisis y elaboren un diagnóstico sobre la pertinencia y viabilidad del mismo.
Factores para medir la viabilidad de un proyecto social
Como ya se ha dicho, el principal objetivo de un proyecto social es la satisfacción de una necesidad no resulta en la sociedad, comunidad o grupo de habitantes de una región específica. Cualquier otra estimación, se apartará de su naturaleza. A esta necesidad inicial, los responsables del proyecto deben añadir un conjunto de elementos que marcarán el buen desempeño del mismo:
1) Emergencia:
Este indicador mide el nivel de urgencia que tenga el proyecto. No es lo mismo hacer una autovía con escaso flujo de vehicular que construir un centro de salud para atender a cientos de refugiados que huyen de un conflicto armado. Hay obras que se diseñan en función del carácter inmediato de un contexto.
2) Número de beneficiarios directos:
Un proyecto social también es viable cuando el beneficio es genérico. Si sólo reporta ventajas para unos cuantos, deja de ser social para convertirse en exclusivo. Además, los beneficios de un proyecto deben medirse no sólo de forma directa, sino también en función de los que se materializarán a largo plazo.
3) Soluciones:
Si las soluciones son eficaces y oportunas, el proyecto tendrá todas las garantías de ser exitoso. De nada valen proyectos bien planificados y que cuenten con recursos óptimos si, al final, la solución que ofrecen es parcial o genera nuevos niveles de incertidumbre. Todo proyecto social debe suponer en sí mismo la solución a un objetivo concreto o que, al menos, cubra la necesidad para la que ha sido ejecutado.
4) Sostenibilidad:
Ahora bien, existen muchos proyectos que en sus fases de ejecución no reportan ningún déficit ni problema de financiación. Sin embargo, una vez se ponen en marcha, dejan al descubierto errores de planeación para garantizar su sostenibilidad en el tiempo. El proyecto social debe medirse tanto en sus posibilidades previas como en la manera en que se va a sostener: quién aportará los recursos, cómo se financiará, quién hará cargo de su gestión y mantenimiento, entre otras cuestiones.