Cinco técnicas de liderazgo para motivar a tu equipo
La motivación laboral tiene un doble componente. Por un lado, depende en gran parte de la actitud con la que cada persona encare una responsabilidad o tarea delegada; por el otro, se determina por la eficacia de los mensajes que emite el director de grupo o el líder de proyectos. En este caso nos centraremos en el segundo elemento, que tiene que ver con aquellas técnicas implementadas para aumentar la motivación de los miembros de un grupo de trabajo y, de esta forma, alcanzar objetivos comunes. Motivar no es sólo subir la moral o infundir el ánimo suficiente para emprender una labor. La motivación incluye elementos como el nivel de compromiso, la confianza y el sentido de pertenencia, entre otros.
Motivar a tu equipo: en busca de la unidad y la eficacia
Está demostrado que los equipos de trabajo motivados obtienen mejores resultados que los que no lo están. Esto puede explicarse porque la motivación también refleja el nivel de bienestar en el que interactúa un grupo determinado. ¿Cómo se obtiene ese bienestar? ¿En qué consiste? Existen algunas técnicas que han demostrado su eficacia a la hora de aumentar los niveles de motivación. Repasemos algunas de ellas y sus características:
1) Autonomía y autorrealización:
Una forma de motivar a tu grupo de trabajo es delegando en ellos responsabilidades que asuman con total autonomía. Algunos modelos de liderazgo tradicionales optaron por métodos rígidos y en los que había demasiado control sobre el trabajador, algo que a largo plazo lo desmotivaba. En cambio, si les dejas mayor margen de acción, sin duda se esforzarán en dar lo mejor de sí.
2) Reconocimiento:
No se trata de caer en el elogio fácil, pero sí debes reconocer los logros y avances en el momento que sea oportuno. A veces una palabra o un gesto de estas características son suficientes para que tus colaboradores perseveren en sus actividades con la disciplina demostrada hasta ahora. Si no lo haces, creerán que no te importan.
3) Fomento de relaciones:
En todos los grupos se tejen relaciones entre sus miembros. El líder de equipos debe esforzarse para que dichas relaciones sean sanas y sirvan para mejorar el rendimiento del grupo en su conjunto. Para ello, puedes optar por herramientas como el coaching empresarial o de grupos, o realizar actividades de integración adicionales. El reverso de esta situación lo encarnan aquellos líderes que fomentan la rivalidad, la competencia desleal y el interés propio. El resultado es la disgregación del equipo.
4) Metas claras:
Fija metas claras para el grupo. Cuando el trabajador sabe exactamente lo que debe hacer, despliega todos sus esfuerzos en ese sentido. Sin embargo, será distinto si un día le das unas instrucciones y al siguiente las contrarias. ¡Qué desconcierto! ¿Cuál sería tu reacción si tuvieras un jefe de equipo que cambiara de opinión sin un criterio claro? Seguro perderías la motivación en el proyecto.
5) Incentivos y promoción:
Ya hemos hablado de la necesidad de reconocer los logros de tus colaboradores. Bien, ahora se trata de la segunda parte del proceso: generar algún incentivo que les haga sacar lo mejor de sí en cada cosa que hagan. Estos incentivos pueden ser económicos, tal como sucede con los grupos de ventas, aunque no necesariamente tienen por qué serlo. Bonificaciones, días de descanso y vacaciones también entran en la categoría. Sin embargo, la mejor manera de premiar los buenos resultados a largo plazo es ayudarles a ascender en la pirámide corporativa.