Aptitud, actitud y algo más
Podemos ver nuestra relación con la transformación digital como si fuéramos mariposas. Es fácil que nos dejemos arrastrar por el entorno y vayamos adquiriendo los conocimientos básicos para no quedarnos atrás. Nuestra abuelas y abuelos, madres y padres, utilizan con más o menos acierto el teléfono móvil. Lo necesitan para comunicarse, saben llamar, se defienden. Pero ir un paso más allá requiere no sólo de esta aptitud, muchas veces innata y que es, por desgracia de forma demasiado recurrente, una commodity, algo que, como es así, ya nos va bien.
Como estamos viendo, en un mundo digital lo que nos encontramos es que tratamos con tecnologías y procesos no siempre triviales: grandes sistemas, tecnologías ágiles, potentes, hiperconectadas... Que no siempre se pueden adquirir ni trabajar con la aptitud si se quieren aprovechar e implementar en el día a día. Es necesario, entonces, introducir en la ecuación otro concepto, como es el de la actitud.
¿Por qué es importante la actitud? La actitud debemos saber que es más fácil de trabajar que la aptitud. Así, cuando las personas tienen la actitud correcta, están motivadas y abiertas a adaptarse, están más abiertas a adquirir nuevas habilidades, ya que con la actitud correcta y el esfuerzo suficiente, la mayoría de las nuevas habilidades se pueden dominar rápidamente. Además, la actitud puede afectar el rendimiento general. Esto lo vemos, por ejemplo, en los casos en los que nos encontramos con personas que tienen una actitud incorrecta. Para hacer un símil, se convierten en alguien que trata de encajar una clavija cuadrada en un agujero redondo. Chocan con la cultura de la empresa, interrumpen el trabajo en equipo, provocan problemas... a ellos mismos y al entorno. El deporte profesional es un claro ejemplo. Jugadores altamente calificados simplemente no encajan con sus compañeros de equipo, causando problemas y descontento. No quieren aprender una nueva forma de juego, un nuevo sistema, y se enrocan en su aptitud abandonando la actitud.
La actitud, por otro lado, ayuda a superar los problemas. Cuando algo no funciona no sólo hace falta inteligencia, aptitud. No. Se debe ir más allá. Siempre nos encontramos con desafíos, tiempos difíciles, y es en estos momentos en los que cosas como la determinación, la tenacidad y la resistencia toman importancia. Tener las habilidades adecuadas pero sin la voluntad de usarlas no nos ayuda a superar los desafíos y lograr el éxito.
Vemos, así, que en el proceso de huevo a mariposa la actitud puede ser, también clave si de verdad se quiere llegar lejos.
Y es que por mi experiencia profesional en distintos sectores, empezando por un banco donde trabajé alrededor del mundo, también como ingeniero, tratando con mucha gente, es esta actitud la que marca la diferencia y permite crecer. Es esta actitud lo que determina la altitud a la que llegaremos. Si en este viaje se quiere coger altura, que es mejor que la distancia, mucha altura, debemos hablar y dar importancia a la actitud. Si coges altitud es cuando la mariposa se vuelve digital.