¿Qué tipos de mantenimiento necesita una instalación?
Los distintos tipos de mantenimiento que se llevan a cabo en un entorno de producción aseguran la idoneidad de cada uno de los componentes. La aportación de cada elemento tendrá mucho que con el valor de ese trabajo constante que se puede desgranar en varios tipos de mantenimiento, diferentes y complementarios.
Los 3 tipos de mantenimiento que no pueden faltar en tu instalación
Aunque existen muchos tipos de mantenimiento, todos ellos se pueden clasificar en dos grupos:
- Mantenimiento de reacción: es el que la propia instalación demanda. La causa que origina la necesidad de proceder a este mantenimiento es una avería, un error o el propio desgaste de los componentes, causado por la obsolescencia del sistema o el mal uso, que termina desencadenando un problema que ha de resolverse para poder continuar con la producción. Los dos tipos de mantenimiento que se engloban en esta categoría, el de averías y el correctivo, tienen en común el que surgen como una necesidad que aparece de improviso y que obliga a tomar medidas urgentes.
- Mantenimiento de anticipación: en este grupo pueden distinguirse muchos tipos de mantenimiento diferente, aunque los más conocidos son el preventivo y el predictivo. Tienen en común un enfoque que prima la proactividad, como medio para minimizar el riesgo y ganar en control.
Así, en un entorno industrial puede hablarse de los siguientes tipos de mantenimiento:
- Mantenimiento de averías: se lleva a cabo sobre los equipos que fallan y dejan de funcionar sin que esa detención cause importantes pérdidas para la producción, aparte del coste asociado con la propia reparación. Son partes secundarias de las instalaciones sobre las que resultaría poco rentable llevar a cabo un mantenimiento de anticipación, ya que la inversión nunca podría justificar las ganancias asociadas.
- Mantenimiento preventivo: así es como se denomina a todas esas tareas que los equipos de mantenimiento llevan a cabo, sobre una base diaria, para garantizar que los equipos que componen la instalación se hallan en buen estado. Las actividades comprendidas en esta labor van desde la limpieza a la inspección. El conjunto de tareas busca prevenir el deterioro de los componentes y prolongar su vida útil. La salud de una instalación puede optimizarse en base a dos tipos de mantenimiento preventivo:
- Mantenimiento periódico: que consiste en inspeccionar, reparar y limpiar de forma periódica todas las partes de la instalación y reemplazar las piezas que así lo requieran. Esta forma de mantenimiento se planifica a largo plazo y logra evitar un elevado porcentaje de fallos y problemas en los procesos.
- Mantenimiento predictivo: en base a la recogida de métricas, se puede predecir la vida útil de cada elemento que forma la instalación. A la vista de esta información se puede maximizar su aprovechamiento, analizando el deterioro y la evolución del estado de los distintos componentes. El diagnóstico automatizado mejora la eficiencia en la gestión de la instalación.
- Mantenimiento correctivo: el último de los tres tipos de mantenimiento es el encargado de tratar de mejorar todas las partes que componen la instalación. Cuando se busca la optimización de cada equipo y de sus componentes, la fiabilidad del mantenimiento preventivo se ve impulsada y los resultados que se logran mejoran.
Sin restar importancia al mantenimiento de averías, el valor del mantenimiento preventivo y predictivo ha ido ganando en importancia, sobre todo desde que nuevas herramientas tecnológicas y los sensores del IoT logran ganar en exhaustividad a la hora de conocer el estado de los componentes y tomar decisiones con un margen de error mínimo. Mejorar la vida útil de la instalación equivale a beneficiarse de un gran ahorro que compensa los esfuerzos invertidos en el programa de mantenimiento.