Los objetivos SMART
En el anterior post, debías ponerte objetivos, sin conocer la técnica SMART. Hoy veremos en qué consiste esta técnica, esencial para incrementar las probabilidades de éxito. Está claro que el primer paso para obtener resultados es saber dónde se quiere llegar, marcarse una meta y definir cómo queremos que sea. Una buena forma para hacerlo es seguir la metodología SMART; si bien se usa en el ámbito empresarial para conseguir los objetivos de las corporaciones, es fácil de adaptar a la esfera personal.
Lo que hacemos con la técnica SMART es pensar en nosotros como si fuéramos una empresa que quiere optimizar sus recursos.
Por una parte, smart significa ‘inteligente’, y así deben ser los objetivos que te marques, pero también es un acrónimo formado por los siguientes adjetivos que recopilan las características que deben tener las metas:
- Specific,‘ específico, concreto’. El objetivo debe identificar qué quieres, cómo lo quieres y por qué lo quieres.
- Measurable, ‘medible, evaluable’. Tienes que poder valorar de alguna manera el grado de consecución del objetivo.
- Attainable, ‘alcanzable, asequible’. Debe ser real y posible; es decir que olvídate de las utopías.
- Rellevant, ‘relevante, significativo’. Conseguirlo debe significar algo importante en tu vida, tiene que marcar una diferencia.
- Timely, ‘oportuno, a tiempo’. El objetivo debe cumplirse en un plazo de tiempo razonable y justificable. No pienses en algo que ocurrirá «algún día».
Si observas y aplicas esas características a los objetivos que te marques, aumentarás exponencialmente las probabilidades de conseguir lo que te propongas, es decir, de llegar al éxito. A pesar de todo es importante ser realista y consciente de que todo tiene un límite y no siempre se puede conseguir todo lo que se anhela.
Por otra parte, establecer los objetivos te permitirá:
- Determinar una dirección única; alejarte del punto de partida para acercarte al punto al que quieres llegar.
- Centrarte. Es esencial trabajar en lo importante y descartar lo accesorio, lo que no marca ninguna diferencia, para obtener el mayor rendimiento.
- Evitar los ladrones de tiempo. Los ladrones de tiempo son todo aquello que no te deja centrarte. Elimina las tareas inútiles para optimizar el tiempo; es un bien escaso.
- Dosificar la energía. Si te aplicas a las tareas críticas, las que facilitan el avance, es posible que llegues al final, pero no puedes gastar fuerzas en cualquier cosa.
- Motivarte. Tener los objetivos en mente y visualizarlos cada vez más cercanos es un acicate para logarlos. Cada paso que se da hace más fácil el paso siguiente.
- Conseguir pequeñas satisfacciones. Se trata de pequeñas victorias que motivan para llegar al objetivo final.
Todo esto son elementos facilitadores de la gran tarea: Te ayudan y te afianzan, pero no sirven de nada si no van acompañados de una buena planificación. Es importante empezar desgranando los objetivos en unidades menores, presentar el problema que se quiere resolver en pequeños sub-problemas de un tamaño atacable.
A su vez, hay que disgregar cada sub-problema en unidades adecuadas al plan de acción. Una buena medida es, en general, dividir cada sub-problema en unas cinco tareas y cada una debe tener su fecha de finalización. Es necesario empezar y cerrar los proyectos uno por uno; para ello, tienes que añadir una tarea de principio de proyecto y otra de fin de proyecto, a modo de ritual y de hecho simbólico que marque los tiempos y las etapas cumplidas.