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Lo que aprendimos del comercio triangular y lo que nos queda por demostrar

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¿Qué tiene que ver el comercio triangular con la economía mundial moderna? ¿Podría haberse alcanzado el nivel de complejidad en las interdependencias actuales de no ser por la planificación de esas rutas transoceánicas?

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Aunque antes de que diese comienzo el comercio triangular ya tenía importancia el intercambio comercial entre países, incluso cuando éstos se ubicaban en continentes distintos, se puede decir que la economía mundial que conocemos hoy día es, en esencia, una consecuencia de los viajes europeos de descubrimiento en los siglos XV y XVI.

Comercio triangular: los tres recorridos de viaje hacia el poder

China había estado comerciando con Europa a lo largo de la famosa Ruta de la Seda a través de Asia Central, ya desde la época de los romanos. Por su parte, África llevaba años conectada a Europa por el comercio del oro que se basaba en intercambios frecuentes con países del norte de este continente. Pero aún faltaba una pieza para lograr el triángulo.

La expedición de Colón, Vasco de Gama y Magallanes que culminó con el descubrimiento de América terminaba de sentar las bases del actual sistema económico global. El comercio triangular que aparecería algunos años después ya tenía sus tres vértices.

El patrón de comercio a través del Atlántico, que prevaleció desde poco tiempo después del descubrimiento y se prolongó hasta el estallido de la guerra civil estadounidense, se denominó comercio triangular. Este planteamiento involucraba:

  1. Exportar esclavos desde África al Nuevo Mundo. Una vez en suelo americano, se les obligaba a trabajar en campos donde se producían azúcar, algodón y otros productos básicos.
  2. Exportar estos productos básicos y materias primas a Europa occidental. La mercancía llegaba a nuestro continente con objeto, bien de ser consumida, bien de ser incorporada en diversos procesos de manufactura.
  3. Exportar parte de la producción de estos productos manufacturados a África. Allí, se comerciaba con ellos y se pagaba por los esclavos.

En el comercio triangular cabe destacar la logística y su búsqueda de la eficiencia, que inspiran la forma de proceder actual de los jugadores de comercio internacional.

Ya hace siglos de entonces y, en ese momento, un solo barco podía completar todo el circuito desde Liverpool o Nantes llevando textiles, armas de fuego y licores a puntos estratégicos de la costa Oeste de África.

Era la primera parada. Luego comenzaba la segunda parte de su ruta, cruzando el Océano Atlántico con la bodega llena de esclavos hacia Kingston o Puerto Príncipe.

Una vez que el barco atracaba, sin perder ni un instante, se procedía al comercio de esclavos en tierras americanas, al mismo tiempo que, sobre la cubierta de la nave ya se acumulaban los primeros bienes. Se trataba de azúcar, tabaco y algodón. Con ellos regresaba el barco al puerto original.

Sin embargo, pese a que éste es el fundamento del comercio triangular, hoy día se conoce que, una vez completados los primeros viajes, se optó por la especialización. El volumen de comercio era lo suficientemente grande como para que valiera la pena construir naves destinadas a cubrir cada tramo del viaje.

Si bien cada una de las tres rutas contaba con sus propias naves, el término de comercio triangular se podía seguir aplicando, ya que es la expresión que mejor representa el intercambio tripartito de esclavos, materias primas y manufacturas, independientemente del modo de transporte.

Datos curiosos sobre el comercio triangular

La presión por conseguir rebajar los costes a la vez que se aumenta la calidad no es una preocupación exclusivamente de la época que vivimos. Si bien hoy día forma parte de la estrategia de la mayoría de empresas, junto con el foco en el cliente, en el tiempo del comercio triangular esa búsqueda marcaba algunas decisiones importantes.

Prueba de ello es que los enlaces intercontinentales eran en realidad incluso más extensos que los que se suelen reflejar al representar los tres lados de un triángulo. Las expediciones comerciales incluían un cuarto continente, Asia.

Durante la mayor parte del siglo XVIII, los textiles intercambiados por esclavos en la costa occidental de África procedían de este continente. En concreto, estaban fabricados en la India, desde donde eran exportados por las compañías británicas y francesas establecidas en la zona.

Una vez más se ve la relación del comercio triangular con el actual. Hoy día, muchos de los empresarios del sector textil con mayor éxito y proyección internacional recurren a países asiáticos para establecer su producción.

Allí, se benefician de:

  • Un coste de mano de obra inferior.
  • Una normativa menos exigente que en países Occidentales.
  • La cercanía a las fuentes de materia prima.
  • Materias primas de mayor calidad.

Ya entonces, las manufacturas con sello europeo decidieron apostar por las telas indias, que se adaptaban mejor al clima y gusto africano, puesto que era allí donde se comerciaba con una parte importante de la producción.

La complejidad de la economía global actual que caracteriza nuestro tiempo tiene su reflejo en esos primeros grandes intercambios que el comercio triangular fomentaba. Sin embargo, si hay un aspecto en el que no caben las comparaciones es en lo que concierne a los flujos de información.

Actualmente, internet y los grandes datos, junto con los avances de las nuevas herramientas tecnológicas, permiten que los actores de comercio internacional tengan en su mano el poder del conocimiento para tomar las mejores decisiones y minimizar el riesgo. Los errores se reducen al tiempo que se gana en precisión. Aparecen nuevos problemas y con su resolución tenemos la oportunidad única de cambiar el curso de la historia y moldear el futuro del comercio. ¿Con qué transformación se sentarán las bases de un nuevo modelo de intercambio comercial? ¿Qué disrupción tecnológica permitirá que dentro de varios siglos se siga hablando de la forma en que hacemos las cosas hoy?

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