Las personas cambian el entorno
Cuando hablamos de cambio nos viene de forma inevitable a la cabeza una de esas imágenes que muestran el antes y el después de adquirir un producto o un servicio, generalmente milagroso, que te cambiará para siempre. «¿Tiene usted barriga? Con nuestras pastillas adelgazará en dos semanas». «¿Quiere unos abdominales de oro? Compre la máquina Reducetripa2000 y sin hacer esfuerzo le aparecerán por arte de magia». Lo que están vendiendo es el cambio, que implica que haya una situación inicial y otra final, distinta y deseada. Así de simple. Pero resulta que el cambio es una carretera de doble dirección. Las personas cambian su entorno, sí, pero el entorno hace lo propio con los individuos.
Vamos a detenernos un momento en el concepto sin esfuerzo. La cultura de conseguir cosas sin esfuerzo está muy extendida en nuestra sociedad pero la realidad nos dice que ningún cambio es casual ni aparece de la nada. Y para poner un ejemplo, te hablaré de un número: el 10 000.
Podemos remontarnos a la década de 1990 cuando el psicólogo de origen sueco K. Anders Ericsson presentó su teoría The 10,000-hours rule. Lo que defendía Ericsson era que 10 000 son las horas que necesita cualquier persona para llegar a ser experto en una materia. No lo decía por decir, sino que se basaba en la investigación realizada en Berlín por un grupo de psicólogos que se habían dedicado a observar a grupos de estudiantes de violín en distintas etapas de su vida, desde la infancia, pasando por la adolescencia, hasta la edad adulta. Lo interesante del experimento era que todos habían empezado a practicar con cinco años de edad, más o menos, y habían dedicado a la práctica más o menos el mismo tiempo. A pesar de todo, cuando llegaron a los ocho años se empezaron a notar diferencias en los tiempos de práctica; y a los veinte algunos eran músicos profesionales y otros eran meros aficionados. ¿A qué factor se podía asociar esa diferencia? Resulta que los que estaban en la élite sumaban más de 10 000 horas de práctica cada uno, mientras que los amateurs tenían unas 4000.
La popularización de la teoría de las 10 000 horas llegó con un libro de Malcolm Gladwell llamado Outliers. The story of success, que explica cómo llegaron algunas personas famosas a alcanzar el éxito. Gladwell habla de la importancia de la cultura, la familia, los amigos y otros factores. Pero el punto central de su teoría, que es el que aborda de forma amplia, es la regla de las 10 000 horas. Para alcanzar las 10 000 horas hay que dedicar 10 horas por semana durante 20 años, o 20 horas por semana durante 10 años, o 40 horas por semana durante 5 años. Por lo tanto, el concepto que queda completamente fuera del éxito es el de sin esfuerzo; y hay ejemplos. El primero es el Mozart. Sabrás que hizo sus primeras composiciones cuanto era niño, con unos siete años, y, a pesar de que siendo adolescente ya escribió obras memorables, las grandes sinfonías las creó con 21 años. Si hacemos cálculos veremos que en aquel momento llevaba ya más de 10 000 horas de práctica. Es él, el joven Mozart, el que cambia algo con su perseverancia.
Hoy os quiero hablar de Jason Belmonte, un jugador de bolos ganador de tres PBA Major Championships en las últimas dos temporadas. Alcanzó la media de anotación más alta del campeonato con 228,81 en 2013, ganó el premio PBA Player of the Year de 2013 y en 2015 se convirtió en el único jugador de la historia que había ganado tres veces seguidas el USBC Masters. Y todo ello mientras revolucionaba el mundo de los bolos con una nueva manera de lanzar la bola: él lo hace con las dos manos. La historia es tan simple que asusta: sus padres construyeron una pista de bolos en Australia pocas semanas después de su nacimiento. Él tenía 18 meses cuando empezó a jugar a los bolos y las bolas más ligeras que tenían eran de 10 libras (4,53 kg), así que no tenía fuerza para lanzar al estilo tradicional, con una mano. El joven Jason fue creciendo y a pesar de que adquirió la fuerza suficiente para lanzar como todo el mundo, se quedó con el lanzamiento a dos manos, ya que la bola se curvaba mucho y le encantaba el movimiento.
Aquella nueva forma de lanzar, aparte de ser cómoda para Jason, supuso una auténtica revolución para el deporte. El United States Bowling Congress (USBC) ha documentado que su lanzamiento consigue hasta el 25 % que el de sus rivales
La actitud de Jason Belmonte, entre otros muchos, nos sorprende porque destaca, pero no debería ser así. ¿Qué han hecho? Nada excepcional. Mejor dicho, sí: han conseguido cambiar algo. Tienen en común haber sido criticados, y también que creen en lo que hacen y han luchado por ello contra viento y marea. De ellos podemos aprender que, incluso cuando crees en algo y te acercas a tu objetivo, o ya lo has alcanzado, tienes que hacer caso omiso a lo que te digan desde fuera. Las personas cambian el entorno con sus acciones, pero si no hacen algo diferente, nunca cambia nada.