Formación para directivos: el plan de hoy, el éxito de mañana
La formación para directivos es una necesidad que se plantea en todas las organizaciones. Por un lado, resulta imprescindible de cara a las nuevas contrataciones, ya que el 40% de las empresas europeas no encuentra profesionales con el conjunto de capacidades requeridas (CEDEFOP) y, en concreto, “el 80% de las PYMEs no encuentran el talento que buscan” (TheGuardian); por otro, parece el único modo de asegurar la adecuación de los perfiles que ascienden por promoción interna hasta alcanzar puestos de gerencia.
Pero, en lo que respecta a la formación para directivos no se debe improvisar. Es preciso contar con un plan.
Formación para directivos: la estrategia
Lo primero que hay que tener claro es que, independientemente del tamaño de la empresa, en lo que respecta a la formación para directivos existen tres pasos que no pueden faltar en ningún programa de desarrollo de competencias:
- Formación: proporcionarles una formación sólida en el desarrollo de sus habilidades directivas y de gestión resulta imprescindible para que puedan entender que la clave es establecer expectativas claras, fomentar la comunicación, ofrecer retroalimentación y buscar la eficiencia.
- Mentoring: el camino es más sencillo de recorrer si se cuenta con la compañía adecuada. El siguiente paso es asignar a un gerente competente, para que guíe a cada ejecutivo en su avance hacia puestos de mayor responsabilidad.
- Experiencia: poner al futuro directivo en diferentes situaciones y departamentos para que pueda entrar en contacto con distintas realidades y equipos, le ayudará a adquirir una perspectiva más realista de sus funciones y de la situación de la empresa.
La formación para directivos es el primer paso de este programa y el que resulta más determinante para que el esfuerzo corporativo dé los frutos esperados. Liderazgo, comunicación, delegación de tareas son algunas de las habilidades que los futuros ejecutivos deben desarrollar.
Los programas de formación y mentoring deben orientarse a lograr que cada candidato trabaje las capacidades que le permitirán evaluarse e identificar fortalezas y debilidades; gestionar el trabajo de otros, motivarles y comunicarse con ellos y tomar las decisiones que contribuirán al crecimiento del negocio. Sin embargo, aunque la inversión que se haga en formación para directivos sea muy generosa, si no se sabe crear una cultura de aprendizaje la insatisfacción y la desmotivación se instalarán en la plantilla.
Hace falta que el talento de la organización se interese por el aprendizaje, por la mejora continua y el desarrollo personal y profesional. Nuevas tecnologías, métodos alternativos o habilidades complementarias a las que un MBA máster, un curso de liderazgo o un curso de especialización ofrecido por alguna Escuela de Negocios les permitan acceder.
La organización ha de ayudar a los empleados a aprender a aprender, cuando se trate de materias que no estén directamente relacionadas con su trabajo. Fomentar una cultura de aprendizaje hará posible que los ejecutivos del futuro puedan enfrentarse con éxito a situaciones diferentes que requieran una rápida respuesta.