Diferencias culturales a la hora de comunicar
La importancia de la comunicación no verbal
Nunca olvidaré el episodio más importante en referencia a un malentendido sobre lenguaje “no verbal”, incluso diría, desencuentro cultural que experimenté en la India hace unos años. Fui a dar un ciclo de conferencias sobre la Propiedad Intelectual e Industrial organizadas por la Unión Europea en distintas ciudades del país. Me encontraba en la ciudad de Delhi delante de un público, a mi parecer, muy serio cuando súbitamente, casi todos, empezaron a mover lateralmente sus cabezas. Al ser mi primer viaje a la India desconocía que ese gesto con la cabeza -en su cultura- significa asentir, dar la aprobación; a mí, la impresión que me dio fue más bien de desaprobación, desacuerdo y negación ya que en la mayoría de países que tienen una cultura europea es lo que significa. La media hora siguiente me resultó muy incómoda puesto que pensaba que cuando llegara el momento de las preguntas, me machacarían. Por suerte no fue así ya que ninguno de los asistentes me preguntó, al contrario, se levantaron y se fueron sonrientes y agradecidos pero, sin dejar de hacer ese movimiento con la cabeza. Más tarde aprendí que en muchos países de extremo oriente no realizan preguntas a los ponentes debido a que es señal de mala educación, como decirle que no se ha explicado suficientemente bien.
Cuando a finales del siglo diecinueve se creó un lenguaje sencillo denominado “esperanto” -¡cuánta esperanza en ese nombre!-, esta lengua se ideó con el fin de reducir los malentendidos, los conflictos y ojalá las guerras entre hombres, pues todos los hombres del planeta hablarían el mismo idioma. Las dos guerras mundiales que estallarían poco después determinaron la derrota de esa misión tan noble y optimista.
Ahora bien, el lenguaje corporal o no verbal, podría desde luego considerarse un tipo de “esperanto” en vista que todos, en cualquier parte del mundo, tenemos una cara, dos ojos, una boca, dos oídos, dos brazos, dos manos, etc., a pesar de las diferencias de tamaño y color. ¡Ojalá fuera así!, pero no lo es debido a las diferencias culturales que tenemos, como en el ejemplo del principio de este artículo.
A veces se trata de desigualdades contundentes, por ejemplo, una vez contando la misma anécdota que os contaba al inicio, una chica búlgara me comentó que en su país, para decir que sí, mueven la cabeza de la derecha a la izquierda y, para decir que no, la mueven de arriba abajo. Todo lo contrario a lo que hacemos en España o en Italia.
En un mundo cada vez más internacional, tanto a nivel de elecciones de vida personal como de carreras profesionales, conocer estas diferencias culturales del lenguaje corporal es tan importante, o tal vez más, que hablar un idioma extranjero.
Podemos hablar el idioma japonés de una manera impecable, pero si un japonés nos da su tarjeta de visita con dos manos y nosotros la cogemos con una mano y en seguida la ponemos en nuestro bolsillo casi sin mirarla (¿quién no lo haría así?), estaríamos insultando al japonés, faltándole de respeto sin saber por qué.
Desde luego las diferencias culturales no se limitan a las que están relacionadas con el lenguaje corporal, y además se suman a las diferencias personales. Pero, para conocer las diferencias personales hace falta tiempo y paciencia, en cambio, conocer las diferencias culturales es un proceso más rápido, que puede adelantarse a la toma de contacto directa con la cultura diferente que nos espera y nos permite entrar en relación con una nueva realidad desde una perspectiva general muy útil y de aplicación bastante omnicomprensiva.
Más allá de las diferencias en el lenguaje corporal, a nivel cultural hay países, sobre todo los de influencia anglosajona, donde la comunicación es muy directa y explicita; mientras que hay otras áreas geográficas, sobre todo el extremo oriente, en las que la comunicación se basa esencialmente en los detalles implícitos y por eso es necesario saber leer entre líneas. Se trata de una diferencia en términos muy generales, ya que relativizando el tema se puede decir sin lugar a dudas que, dentro de los países anglosajones, los estadunidenses son bastante más explícitos y directos que los ingleses, cuya sutil ironía va en la dirección contraria. Volviendo al lenguaje corporal, en el que como vimos en el artículo Los 5 pilares de la comunicación oral es mucho más importante el cómo se dice algo que aquello que se dice, podemos fácilmente entender que en los países donde la comunicación es más bien implícita y entre líneas, una buena lectura del lenguaje corporal ayudaría sumamente a comprender mejor el mensaje.
A la hora de comunicar, otras diferencias importantes que se encuentran entre las distintas culturas incluyen las maneras directas o indirectas de dar retroalimentación, tanto en las relaciones personales como en las profesionales; la organización de las relaciones, otra vez tanto personales como profesionales, a nivel igualitario o más bien jerárquico; las maneras distintas de relacionarse con los conflictos, enfrentándose o evitándolos a toda costa, y de cómo gestionarlos; la creación de relaciones de confianza basándose en las capacidades de las personas o más bien en su actitud; hasta las diferentes relaciones con el concepto del tiempo, la puntualidad y los retrasos, un tema tan evidente y sencillo pero no por eso menos importante.
Se trata de escenarios muy interesantes que merecen profundizaciones en futuros artículos.
Para acabar y resumiendo, si no podemos conocer personalmente todos nuestros interlocutores, por lo menos podemos intentar conocer cuantas más informaciones posibles sobre su cultura, y eso se logra con unas herramientas básicas del lenguaje no verbal, bien resumidas en el lema:
“si tenemos dos ojos, dos oídos y solo una boca, a lo mejor es porque tenemos que mirar y escuchar el doble de lo que hablamos”.
Hablamos de la todo poderosa escucha activa: oídos y ojos bien abiertos, boca bien cerrada, ¡la búsqueda de las diferencias culturales no hace más que empezar!