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Cómo analizar la rentabilidad de un proyecto

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Antes de poner en marcha cualquier proyecto, los altos directivos o gerentes de empresa deben contar con la información necesaria sobre la actividad comercial que se proponen desarrollar. En ello radicará gran parte del éxito de sus planes. A esta información, debidamente organizada y clasificada, se le conoce como plan de negocio. Su objetivo es determinar la viabilidad de una idea en función de varios elementos: su impacto en los consumidores, su acogida, los riesgos que conlleva y los beneficios que generará tanto en el plano corporativo como económico. Dicho plan de negocio se elabora teniendo en cuenta la inversión inicial, el grado de rentabilidad de esa inversión y el período de recuperación que supondrá el ingreso en el mercado. Para hacer más fácil este estudio, se pueden fijar los siguientes criterios:

  • Inversiones necesarias: todos aquellos aportes que contribuyen al desarrollo del proyecto. Pueden ser internos (activos propios) o externos (créditos, aportaciones, subvenciones, entre otros).
  • Capital circulante: en esta categoría se incluyen las necesidades de tesorería operativa, el stock de materiales y los plazos medios de cobro a proveedores.
  • Financiación provisional: tras establecer las principales fuentes de ingresos y compromisos, el próximo paso es elaborar una previsión de los resultados futuros del proyecto y los principales costes para la consecución de estos resultados.

Plan de rentabilidad. Otros aspectos a tener en cuenta

Sin embargo, la rentabilidad de un proyecto no sólo depende de las proyecciones económicas que se realicen. También hay otros factores que determinan el éxito o el fracaso de un plan empresarial. Repasemos algunos de ellos:

a) Características del producto o servicio

Esta categoría engloba los aspectos que dan identidad al producto o servicio. Aquí es fundamental la definición de elementos como el nivel de producción, su grado de calidad, los materiales con que se fabrica, la relación con  productos de la competencia o de su entorno, entre otros. Si cabe, es preciso definir los criterios de diferenciación con respecto a los productos de otras marcas.

b) Estrategia de precios

Este apartado hace referencia a los precios del producto que se pretende comercializar, así como a las principales estrategias de venta: ofertas, rebajas, campañas publicitarias, etc. Además, se deben tener claras las herramientas para una mejora de la calidad, como por ejemplo las encuestas a los clientes.

c) Promoción

Del mismo modo, es indispensable definir los métodos a través de los cuales se promocionará el producto, pues de éstos dependerá su impacto en el público objetivo. La elección de los medios de promoción varía en función del tipo de producto. Sin embargo, también requiere de un conocimiento de las principales características del público al que se pretende llegar, sobre todo las referentes a sus hábitos de consumo, nivel de ingresos medios y rasgos culturales determinantes.

d) Distribución

Además de los precios y la promoción del producto, es necesario fijar los canales a través de los cuales se llevará a cabo la distribución. Lo principal es determinar qué costes implica y en qué papel queda la compañía frente a sus competidores.