Cisnes Negros en Project Management: Prediciendo lo impredecible
En posts anteriores hemos tratado sobre la ocurrencia de “cisnes negros” en Gestión de Proyectos, entendidos como eventos que tienen un impacto enorme en nuestro proyecto. Estos sucesos tienen como consecuencia la terminación del proyecto, o bien hacen imposible su ejecución, o hacen que el alcance del proyecto tenga que abordarse de maneras distintas.
Nicholas Taleb lo describía así en «‘The Black Swan: The Impact of the Highly Improbable'». The New York Times. 22 de abril de 2007: “ Lo que aquí llamamos un Cisne Negro (y con mayúscula) es un suceso con los tres atributos siguientes. En primer lugar, es un caso atípico, ya que se encuentra fuera del ámbito de las expectativas regulares, porque no hay nada en el pasado que puede apuntar de manera convincente a su posibilidad. En segundo lugar, conlleva a un impacto extremo. En tercer lugar, a pesar de su condición de rareza, la naturaleza humana nos hace inventar explicaciones de su presencia después de los hechos, por lo que es explicable y predecible.”
Vemos pues aquí definidos las tres características de un verdadero Cisne Negro, una de ellas es que “no hay nada en el pasado que puede apuntar de manera convincente a su posibilidad”. Me gustaría pues reflexionar sobre el hecho de que, en la gran mayoría de casos, cuando en nuestro proyecto decimos que algo no podía preverse, en realidad no es del todo cierto… Nos escudamos en “claro, quien lo iba a decir…”, o “esto era tan improbable que ni siquiera lo consideramos…”, etc., etc. Pero si nos paramos a analizar, podríamos argumentar que un verdadero cisne negro en proyectos prácticamente no existe. Por improbable que sea, se puede imaginar y por tanto predecir. Los Project Managers deben dejar de actuar de acuerdo con sus prejuicios, sesgos, o malos hábitos, y comenzar a tomar la gestión de riesgos con la atención que se merece.
En el artículo “Black Swans and they never saw it coming”, se apoya este punto de vista, y cuestiona a los que se esconden detrás de los acontecimientos que no vieron venir: "¿No ve porque usted elige no mirar, porque no sabe dónde buscar?". Esto significa que los Project Managers simplemente usan el término cisne negro para encubrir el hecho de que no estaban haciendo su trabajo de observación, planificación, mitigación, control, y realmente gestionando el proyecto. Suena duro, pero teniendo en cuenta las enormes consecuencias negativas de tal comportamiento, parece apropiado. En lugar de esconderse detrás de este término popular, los Project Managers deben indicar cuando creen que no tienen los medios para buscar riesgos, ni para reducir los costes mediante acciones mitigadoras.
Un ejemplo muy reciente, relacionado esta vez con fenómenos naturales, lo hemos tenido en los recientes terremotos de ciudad de México. Buena parte del país está en el "cinturón de fuego", que agrupa a lo largo del continente volcanes y fallas tectónicas que provocan gran cantidad de sismos de pequeña, mediana y gran intensidad. De forma coincidente se presentaron dos eventos con epicentros diferentes en un periodo muy corto de tiempo: el primero el 7 de septiembre de 2017 con magnitud 8.2 Richter, el más fuerte del que se tenga registro en la historia moderna, y el segundo el 19 de Septiembre con magnitud 7.1, de consecuencias terribles por la cercanía de su epicentro a no más de 200 km. El problema añadido fue que en ese mismo día se sucedieron "simulacros" en conmemoración del sismo de 1985, en donde se perdieron más de 10 mil vidas. A las 11:00 horas, sonaron las "alertas sísmicas" para realizar el desalojo ordenado de los edificios y se pusieran a prueba los protocolos de emergencia en toda la ciudad; después, todos regresaron a sus actividades y en no más de 2 horas las "alertas sísmicas" (reales esta vez) regresaron y el balance final fue la pérdida de más de 400 vidas y más de 10 mil edificios dañados.
De alguna forma se tenía la creencia de que un sismo de estas características "NO" podía presentarse el mismo día de lo sucedido en 1985, los protocolos de emergencia nunca pensaron que un sismo "real" llegara a continuación de un simulacro, cuando la población se preguntaba si en realidad "estaba sucediendo".
Los valiosos segundos previos al movimiento que brindan las alertas sísmicas "NO" funcionaron pues los sensores y medidas de prevención están ubicados en las costas con el océano pacífico (epicentro de 1985) y no en la región centro del país. Los especialistas esperaban "un evento igual" y no se planeó un "origen diferente" para el mismo tipo de evento. Las ondas sísmicas con un epicentro lejano tienen una longitud mayor y una frecuencia menor, por tanto se puede decir que en general son menos destructivas que las de longitud corta y frecuencia alta. Muchas estructuras fueron seriamente dañadas en el sismo del día 7 y fueron ocupadas en la confianza de que los eventos posteriores al sismo principal son "réplicas" de menor intensidad. Mas de 40 de estas estructuras colapsaron en el sismo del día 19, entre ellas escuelas, colegios y centros de trabajo.
Ahora a dos meses de la catástrofe, se sospecha de deficiencias en los procedimientos de construcción, ingeniería y calidad, que por desgracia fueron el común denominador del 80% de los edificios que fallaron. Lo sucedido en México en 1985 provocó un salto muy grande hacia adelante en cuanto a los esquemas de diseño y protocolos de seguridad de las construcciones, sin embargo en el desastre de 2017 aparentemente se demostraron no suficientes. A día de hoy se están planteando modificaciones de las leyes y reglamentos en materia de construcción y los protocolos de emergencia para protección civil.
En conclusión, podemos decir que hay suficiente evidencia de que hay “una primera vez para todo”, y que este "todo" tiene que ser planificado, ya que la probabilidad de que ocurra aumenta con cada día que pasa.