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Asesoría financiera: ¿merece la pena externalizar?

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A veces subcontratar la asesoría financiera puede no ser tan buena opción como podría parecer. La externalización de esta función implica algunos riesgos que es preciso conocer para poder valorar si, realmente, se trata de una opción para el negocio o si, por el contrario, merece la pena trabajar por el desarrollo de capacidades interno, por ejemplo, aumentando la cualificación de los ejecutivos de esta área con un máster en asesoramiento financiero.

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Las ventajas de la asesoría financiera en outsourcing

Cada vez más, el outsourcing de la asesoría financiera se está convirtiendo en el estándar entre las empresas. Las organizaciones ponen en la balanza sus beneficios, algunos tan importantes como:

  • Permite el ahorro de costes.
  • Facilita el contacto con proveedores de servicios con experiencia.
  • Impulsa la calidad del trabajo en la empresa.
  • Eleva el nivel de capacitación del negocio.
  • Supone un gran apoyo a la hora de cumplir con la normativa.
  • Hace posible que el negocio concentre sus esfuerzos en actividades más generadoras de valor.

Sin embargo, no todo son ventajas y, por eso, es necesario evaluar los inconvenientes de subcontratar la asesoría financiera.

Inconvenientes de externalizar la asesoría financiera

Cuando la asesoría financiera se deja en manos de terceros, hay que estar preparado para hacer frente a algunas desventajas, como las siguientes:

  • Pérdida de flexibilidad que, posiblemente, pueda ir ligada a un aumento en algunos costes. La relación está regulada por contrato y, todo lo que exceda del acuerdo pactado, puede ser cobrado aparte.
  • Pérdida de control. Al fin y al cabo, no se trata de acercarse a otro departamento para hacer una consulta. Cuando se externaliza la asesoría financiera comienzan a aparecer barreras (desplazamientos, comunicaciones, burocracia) que, al final, terminan limitando la capacidad de control.
  • Descenso en la motivación del personal en plantilla. El resto de integrantes del departamento de contabilidad o el área financiera pueden sentirse desplazados por una decisión de outsourcing como la que se plantea. El resultado sería la desmotivación, que podría originar un descenso en los niveles de productividad, insatisfacción laboral e incluso absentismo.

Si, a pesar de los inconvenientes, la subcontratación de esta función sigue considerándose como la mejor opción, hay que tener claras algunas cuestiones que ayudarán a que el proceso de cambio se gestione de la forma más eficaz posible.

Externalización de la asesoría financiera: gestionando el cambio

Una vez se ha decidido externalizar la asesoría financiera, los responsables de la organización deberán concretar un plan que ayude a facilitar la transición de la anterior forma de hacer las cosas al nuevo escenario. En esa estrategia, no hay que olvidarse de aspectos como:

  1. Comunicación. Una comunicación clara es clave para demostrar el respeto por los empleados del área afectada, evitar duplicidades de trabajo, prevenir confusiones y promover la coordinación de esfuerzos. Puede resultar conveniente acompañar el comunicado con una línea de tiempo clara que muestre lo que se espera de cada persona.
  2. Calidad. Este tipo de cambios suelen poner de manifiesto problemas de calidad. Para evitar que el descubrimiento de estas cuestiones ralentice el inicio de la nueva relación o minimizar los efectos adversos que este hallazgo pudiera causar en la moral del equipo, conviene priorizar la resolución constructiva de las cuestiones relativas a la calidad de la información y los procesos.
  3. Roles. La definición de roles y responsabilidades es otra parte sustancial de este proceso. Cuanto antes se designe a las personas que se encargarán de cada función, mejores resultados se obtendrán.

Por último, hay que tener en cuenta que en lo que concierne a una maniobra de externalización de la asesoría financiera existen diferentes grados. Puede centrarse en unos aspectos o encargarse casi al 100% aunque, en ambos casos hay que definir exactamente cómo queda el reparto de tareas y, siempre, hacer una correcta elección de los profesionales del servicio de consultoría.

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