Informe OBS: La movilidad eléctrica está entrando con fuerza en las ciudades para mejorar la sostenibilidad
La fecha límite es 2030 antes de un cambio climático severo
Todas las ciudades están invirtiendo en movilidad e infraestructuras sostenibles y ecológicas
En línea con la nueva tendencia hacia lo ecológico que está tomando todo tipo de consumo, la movilidad eléctrica le está ganado terreno a los métodos más tradicionales de desplazamiento, especialmente al automóvil a diésel y gasolina. Esto es una gran noticia para el medio ambiente. Progresivamente, vamos tomando conciencia de lo ineficiente y perjudicial que es para todos transportarnos en automóvil solos y sin pasajeros.
Los principales perjuicios relacionados con el uso excesivo del automóvil se reflejan en el impacto sobre la salud y la calidad del aire provocando asma y, en algunos casos, bronquitis o incluso edemas pulmonares. A su vez, también contribuye al efecto invernadero y cambio climático, y si seguimos a este ritmo, 2030 es la fecha límite antes de un cambio climático severo. Además, emplear el coche para desplazarnos supone una media de 25 minutos perdidos al día por conductor. Es decir, que supone una pérdida de tiempo.
Entonces, ¿hacia dónde nos dirigimos? Aunque hoy en día, asociamos el término “vehículo ecológico” con “vehículo eléctrico”, esta afirmación no es del todo correcta. Por lo que podemos afirmar que el vehículo más ecológico es y sigue siendo la bicicleta. Aun así, la electrificación de los automóviles y los vehículos de movilidad personal son hitos clave para llegar a una movilidad más ecológica.
Todos los fabricantes actuales de coches y motos tienen algún modelo de vehículo eléctrico en el mercado. Además, ya estamos viendo cómo la mejora tecnológica está permitiendo incorporar mejoras eléctricas tanto en las bicicletas y patinetes como en otro tipo de vehículos lo que subraya la importancia que puede llegar a tener la movilidad.
Los entes públicos también se están sumando al cambio y varias ciudades, como es el caso de Barcelona, se han ido adaptando a estas nuevas formas de movilidad, tanto en materia de infraestructuras (ampliación de carriles bici tanto en las calzadas como en las aceras) como en materia Regulatoria. Todavía queda mucho por hacer para que las ciudades se adapten a los actuales modelos de movilidad. Pero no es más que un primer paso para adaptarse y capitalizar las oportunidades que van a ir surgiendo los próximos años.
Cada una de las innovaciones que han ido apareciendo dentro de este ámbito, por sí solas, no son suficientes para frenar el cambio climático. Sin embargo, la confluencia de todas ellas, sí que está generando una inercia muy positiva hacia el cambio. Resulta muy aventurado saber dónde y cuándo sucederá, pero acometiendo las inversiones adecuadas, las ciudades van a poder dar el paso y sumarse al cambio. Aun así, teniendo en cuenta los riesgos para la salud y las negativas consecuencias del calentamiento global, nos interesa que esta revolución tenga lugar, como muy tarde, en los años treinta.