Informe OBS: La jornada laboral de 4 días
Francia estableció una jornada de 35 horas y originó 2.000.000 de nuevos empleos
Entre 1950 y 1970 la economía capitalista creció un promedio del 5% anual, y desde entonces no consigue superar el 2,5%.
Desde el año 2000, la legislación danesa ha reducido las horas de trabajo a 37,5 a la semana, la más baja de la Unión Europea.
- La estructura empresarial actual solo es capaz de ofrecer trabajo a entre el 75% y el 87% de la población activa.
OBS Business School ha publicado el informe de investigación: La jornada laboral de 4 días, realizado por Claudio Aros, Colaborador de OBS Business School.
Introducción
La reducción de la jornada laboral es una idea que aparece una y otra vez en numerosos artículos y sigue siendo objeto de estudio sin que se llegue de forma certera a una conclusión.
Si preguntamos a un empleado si le gustaría trabajar menos por el mismo sueldo, seguramente diría que sí de forma inmediata. Sin embargo, si esta modificación es acompañada de una reducción de salario, la respuesta no sería tan tajante.
Una jornada de 40 horas
En estos momentos el foco está puesto en el número de horas de trabajo, pero esta discusión no deja de ser relativamente moderna, es decir, se trata de una concepción más bien capitalista. Si nos asomamos a los tiempos anteriores a la revolución industrial, observamos que no hay una ruptura radical entre el tiempo de trabajo y el de ocio. En aquellos tiempos se trabajaba conforme a los límites naturales como son la luz del sol, la época del año, la capacidad de resistencia o la costumbre (Rivera 1999: 22). El concepto del tiempo era flexible, laxo y, sobre todo, no industrial. La relación laboral la marcaba el trabajador, como hace aún hoy el campesino propietario, y el planteamiento era cuánto tenía que trabajar para cubrir sus necesidades.
¿En qué situación nos hallamos ahora? Podría decirse que en la actualidad nos encontramos en una encrucijada en la que todos los interlocutores buscan redefinir las relaciones laborales (y vitales), apremiados por la necesidad de hallar un nuevo equilibrio. Por una parte, los empresarios quieren seguir manteniendo el objeto de su función pero por otra parte, los sindicatos, que han sido los que han fijado las condiciones del trabajo, ven que cada vez tienen menos fuerza por la desregularización del empleo.
Un paro que no baja
Uno de los principales problemas que se presentan en la sociedad actual y que la jornada laboral de 4 días podría solucionar, es el del paro.
El sistema capitalista, con su auto-organización, no consigue hacer disminuir la tasa de desempleo. En España en 1985 el desempleo aumenta hasta alcanzar el 21,9% y en 1990 disminuye hasta el 16,3%, para posteriormente volver a crecer (Ruiz Elua 1995: 57). En los últimos años las oscilaciones continúan, pero siempre se observa un alto porcentaje de desempleados endémicos.
En esta situación surge la idea de debatir la conveniencia de instaurar una semana laboral más corta, ya sea por ley o de otro modo, que consiga un mayor reparto del trabajo. Es decir, forzar a una especie de redistribución del tiempo para conseguir disminuir el desempleo.
El fin del trabajo
Uno de los investigadores que más ha insistido sobre la idea de reducir la jornada laboral de forma obligatoria ha sido el economista norteamericano Jeremy Rifkin. Uno de sus libros más famosos es el que tiene por título El fin del Trabajo (1995), en el que el autor augura un futuro de decadencia en el que habrá millones de personas infraempleadas o que simplemente no tendrán trabajo.
Rifkin acusa de esta situación al propio capitalismo, que en su dinámica no consigue disminuir el desempleo, o que incluso necesita un cierto número de desempleados para poder funcionar. Entre 1950 y 1970 la economía capitalista creció un promedio del 5% anual, y desde entonces no consigue superar el 2,5%.
La decisión de contratar
El punto de vista de la patronal lo encontramos en las declaraciones de Jon Bilbao, secretario general de la patronal vasca Confebask, quien sostiene que entre los empresarios no es fácil encontrar alguno que considere que por reducirse la jornada de trabajo vaya a crearse más empleo (Bilbao 1999). Según la visión empresarial, la creación de empleo depende del crecimiento económico, pero es necesario dotar a este factor del atractivo suficiente para que destaque frente a los otros factores de capital y tecnología. En condiciones favorables, la estructura empresarial actual solo es capaz de ofrecer trabajo a entre el 75% y el 87% de la población activa; el resto están condenados al desempleo.
El experimento de Francia
Hace alrededor de 20 años, el debate sobre la reducción de la jornada laboral se intensificó en Francia cuando parte de la izquierda política propuso esta medida como fórmula para la creación de empleo. No obstante, lo imprevisible ocurrió y la izquierda ganó las elecciones así que la iniciativa de la reducción de la jornada tuvo que ponerse en práctica. La medida se impuso con dos normativas conocidas como Leyes Aubry I y II del año 1999, en la que se establecía una jornada de 35 horas semanales para las empresas de 20 o más asalariados. Con esta limitación en lugar de afectar a 19,9 millones de trabajadores en Francia, solamente afectaría a 10 millones, sin embargo el resultado fue exitoso y se crearon 2.000.000 nuevos empleos.
Conclusiones
La idea de una reducción de la jornada laboral ha tenido buena acogida en unos momentos en los que se evidencia una permanente y desalentadora precariedad en el mundo del trabajo. El empleo se convierte en algo intermitente que ya no dota de sentido a la vida, y por eso las personas buscan otras fuentes de satisfacción. El crecimiento económico ha sido insuficiente para erradicar el paro: el capitalismo muestra una marcada tendencia a conservar una alta cuota de desempleo. En este contexto, la reducción del tiempo de trabajo se presenta como la gran solución para una economía fatigada.
Lo que parece claro es que hace falta una evaluación madura y sólida cuyo principal objetivo sea conseguir un nuevo mercado laboral en el que todos estemos presentes.