Informe OBS: La alimentación avanza a marchas forzadas
- La dieta mediterránea, la más saludable, es omnívora
- La OMS considera la obesidad como uno de los problemas más graves de salud pública del siglo XXI
El mundo ha evolucionado en estas últimas décadas como no lo ha hecho en muchos siglos. La agricultura, la ganadería y la industria alimentaria se han desarrollado como nunca. Por otro lado, el cambio climático, la globalización y el uso de las nuevas tecnologías son los nuevos paradigmas de nuestro tiempo. En unas pocas décadas, hemos pasado de una dieta carencial para la gran mayoría de la población y suficiente para una minoría, a una dieta mayoritariamente hipercalórica y con muchísimas opciones de elección, aunque con una calidad nutricional dudosa. Solo hay que ver la oferta de alimentos y sus diferentes presentaciones que podemos encontrar en cualquier comercio de alimentación.
Hay que diferenciar a la hora de seleccionar alimentos en función de si se vive en una zona rural o urbana, la percepción que tiene el consumidor de lo que debe ser un alimento saludable, e incluso se habla de las diferencias en las necesidades nutricionales que tienen las personas más mayores en comparación a otros segmentos poblacionales más jóvenes. Se analizan tendencias y se aventuran posibles escenarios.
Los productos ecológicos, orgánicos o biológicos surgen como respuesta a la exigencia de algunos consumidores críticos con los sistemas de producción extensivos y el uso, a veces indiscriminado, de pesticidas. Los alimentos ecológicos cumplen con un sistema de producción y elaboración que tiene como objetivo la obtención de productos de buena calidad y libres de residuos; minimizando el impacto del ser humano en el medio ambiente, utilizando los recursos naturales de manera óptima, contribuyendo a preservar la biodiversidad vegetal y animal (…) utilizando la naturaleza sin romper su ciclo biológico y extrayendo de la tierra lo que es capaz de dar sin sobreexplotarla con el uso de sustancias contaminantes. En Europa existe una normativa que regula este tipo de producción agraria y, para obtener la certificación correspondiente, hay que pasar un estricto examen para comprobar que se cumple con los requisitos y someterse a periódicos controles para asegurar que se siguen las directrices que marca la certificación.
En algunas ciudades de España, en respuesta al consumo responsable, han resurgido comercios de venta a granel, donde se comercializan productos poco perecederos (grano, cereales, frutos secos, pasta, arroz, legumbres, harinas…) para satisfacer la demanda de un consumidor cada vez más concienciado y que desea hacer un mínimo uso de envases y una compra de la cantidad justa, únicamente de aquello que necesita.
La comunidad científica mundial es unánime en proclamar a la dieta mediterránea como el mejor patrón alimentario del mundo. El estudio PREDIMED (2018) y el PREDIMED-Plus (2019) así lo demuestran al observar que aumenta la supervivencia e interviene en la prevención de las enfermedades cardiovasculares, el cáncer, la diabetes, el deterioro cognitivo y la depresión, entre otras patologías.
Además de reconocerse como la más saludable del mundo, la dieta mediterránea fue declarada Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad en el año 2010. No solo contempla el hecho alimentario, sino el estilo de vida que equilibra al individuo con su entorno, en referencia a la naturaleza y a su ámbito social y cultural.
El sistema de salud que tenemos, público y universal, tiene mucho que ver, pero es imprescindible cuidarse comiendo con corrección (siguiendo un patrón lo más similar posible a la dieta mediterránea), practicando ejercicio físico regularmente y llevando una vida social satisfactoria (cuidar y cuidarse, los vínculos son terapéuticos).
Por desgracia, tras observar cómo aumentan los índices de obesidad, podemos tratar este trastorno alimenticio como uno de los problemas más graves de salud pública del siglo XXI. Para dar solución a la obesidad no solo precisamos establecer un plan de acción en el ámbito sanitario, sino que es necesario actuar en otros muchos ámbitos, tales como el urbanismo, la economía y los impuestos, la promoción del deporte, la educación, el deporte, la cultura, etc. El estilo de vida es un determinante clave de la calidad de los últimos años que viviremos, en los que la aparición de enfermedades relacionadas con la alimentación y el sedentarismo pueden ser los condicionantes más importantes. La obesidad, la diabetes, la enfermedad cardiovascular y algunos tipos de cáncer están directamente relacionados con el estilo de vida.
El futuro de la alimentación, una vez superados los problemas del hambre y la desnutrición, está básicamente orientado a la prevención de la enfermedad, buscando cubrir tanto las necesidades nutricionales (en todas las fases de la vida), como las necesidades artificiosas creadas por la industria de la alimentación, en ocasiones entrando en conflicto con la sostenibilidad y el consumo responsable.