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Qué es Design Thinking y cómo ponerlo en práctica

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Quizá en más de una ocasión has escuchado hablar Design Thinking. ¿Es así? Si todavía no tienes claro qué es Design Thinking y en qué consiste, ¡ha llegado el momento de descubrirlo!

Vivimos en un mundo cambiante, en el que cada día hay que buscar nuevas soluciones e innovar para seguir estando en la cima y destacar de tu competencia. Tus clientes son exigentes y tu empresa debe satisfacerles y estar a la altura de sus expectativas.

Con el fin de buscar soluciones innovadoras capaces de alcanzar estos objetivos, es necesario buscar y poner en práctica métodos eficaces. Uno de estos métodos es el  Design Thinking.

Esta metodología es la más utilizada en el mundo del diseño del producto, de ahí su nombre, que se puede traducir como “pensamiento de diseño” y que no es otra cosa que la forma en la que piensa un diseñador para crear sus propuestas.

Aunque en un principio este método era utilizado exclusivamente por diseñadores, hoy día se ha introducido en muchos más campos. Sus fantásticos resultados hacen que sea un método ideal para el diseño y desarrollo de todo tipo de productos, servicios, ideas de negocio, ¡incluso para la mejora de procesos!

Etapas del Design Thinking

Ahora que ya sabes qué es Design Thinking, es el momento de saber cómo ponerlo en práctica. Para ello, nada mejor que conocer las etapas en las que se estructura este método.

  1. Empatizar. Lo primero que debes hacer es conocer a tus clientes en profundidad y ponerte en su lugar. Se trata de saber qué necesitan, qué quieren, qué les gusta, para poder ofrecerle luego una solución totalmente adaptada a ellos.
  2. Definir. El segundo paso será definir el problema y quedarnos solo con aquello que realmente nos va a ayudar a solucionarlo. Hay que filtrar toda la información que hemos ido recopilando para centrarnos en aquellos aspectos de interés para nuestro propósito.
  3. Idear. Es el momento clave, la hora de ponerse realmente a pensar. En este método no vale pensar soluciones prácticas o clásicas. Toda idea es bien recibida, por muy extravagante que parezca. De una idea puede surgir otra más interesante y encontrar una solución innovadora.
  4. Prototipar. Ya tienes la idea, la solución a tu problema. Es el momento de ponerlo en práctica. Una de las características de este paso es que se realiza un prototipo para ver qué tal funciona, si es útil, si cumple con los objetivos propuestos o no. En esta fase no se invierte mucho dinero ni tiempo. Hay que hacerlo rápido.
  5. Testear. Llega el momento de que el cliente lo pruebe, de ponerlo en el mercado y recibir el feedback de tu público objetivo. Las opiniones e ideas de tus clientes deben servir para mejorar el prototipo que has realizado. De esta forma tendrás una solución totalmente hecha a la medida de tus clientes.

Como ves, poner en práctica este método no es difícil. Solo necesitas un buen equipo (dos mentes piensan más que una),  abrir tu mente y no poner trabas a tu ingenio. ¿Listo para ponerlo en práctica?