La Sociedad de la Desinformación
Si me preguntasen cuál es el invento más trascendental de la humanidad, ahora mismo diría que la imprenta. Esta innovación la popularizó Gutember en el siglo XV, a pesar de existir en China desde varios siglos antes, pero ningún impresor chino logró su democratización. La imprenta tuvo consecuencias vitales para el devenir de nuestra civilización: resulto crucial para el éxito de la Reforma Cristiana iniciada por Lutero al facilitar la transmisión de las ideas en La Europa Central del siglo XVI; fue responsable de la reducción de los precios de los libros y de su producción en masa (recordemos que hasta entonces los escribanos realizaban copias manuscritas). Los libros son (¿eran?) contenedores de conocimiento que permiten su transmisión generación tras generación. La difusión de las ideas espoleó el desarrollo de la humanidad en todos los aspectos.
Cuando hacemos la analogía de que internet es la imprenta del siglo XXI, es por sus efectos multiplicadores en la creación y transmisión de la Información. Las tecnologías digitales son la Tercera Revolución y son el catalizador de la llamada Sociedad de la Información y del Conocimiento. Pero, ¿esta acumulación de conocimiento de las últimas 3 décadas nos ha hecho evolucionar como sociedad? No está tan claro. Creo que hemos llegado al punto de inflexión donde más información no implica más conocimiento, sino todo lo contrario.
Son varias la causas de la situación en la que nos encontramos:
Democratización de las herramientas y aumento exponencial de la capacidad de crear contenido
Las tecnologías digitales ha democratizado la creación en todas las disciplinas creativas. Primero con la aparición de software que nos permite crear contenidos en cualquier formato sin necesidad de tener conocimientos de producción ni desarrollo. Además la mayoría de este software es gratuito o bien a precios asequibles. La creación se democratiza y el resultado es un tsunami de contenidos en forma de blogs, podcast, fotos y vídeos disponibles gratis en un repositorio común, ubicuo y accesible como es internet. El aumento exponencial del contenido es positivo; empodera a cualquier persona a compartir su creación sin el proxy de unos editores que hasta ahora han funcionado como filtro entre el creador y el público. En teoría el intermediario ya no aporta valor.
Sobre el papel la eliminación de las barreras a la creación tendría que ser positivo, pero pocas veces se tiene en cuenta cómo es la condición humana. Solo hay que saber la historia de nuestra civilización para darnos cuenta de que estamos lejos de ser una especie perfecta. Y uno de los colaterales de esta democratización de la creación es el aumento de la mediocridad del contenido, y lo que es más grave: la propagación de las llamadas fake news: noticias intencionadamente falsas para manipular nuestra opinión. Estas fake news han encontrado en las redes sociales la herramienta perfecta para su transmisibilidad. Es la tormenta perfecta.
El declive de los Medios de Comunicación tradicionales y su apuesta por la velocidad frente a la veracidad.
Las tres últimas décadas han significado un cambio profundo en la industria de los MMCC que han decidido sacrificar la veracidad por la velocidad para poder sobrevivir. Este cambio se fraguó por etapas: primero con la fragmentación de los MMCC; en los 60’s, 70’s y 80’s se crean nuevas cadenas de TV (CNN, MTV, FOX), aparece la televisión por cable en los EE.UU, surgen los periódicos gratuitos, se lanzan nuevas emisoras de radio, etc. Aumentan las alternativas para informarse y obliga a las cadenas a competir por nuestra atención de forma más agresiva. Al mismo tiempo las cadenas descubren que la información puede ser una categoría tan rentable como el entretenimiento. Y desde entonces la línea que separa entretenimiento e información es cada vez más difusa. Son dos eventos que se retroalimentan: la fragmentación de los MMCC alimenta la polarización ideológica. A todo lo anterior hay que sumarle la aparición de internet: el declive de los MMCC tradicionales estaba servido.
Las redes sociales como correa de transmisión
Es imposible no vincular el auge de las redes sociales como medios para informarnos y la figura de Donald Trump. Por un lado ¿Por qué pagar por la información cuando puedes acceder gratuitamente y recomendada por un conocido? ¿Por qué comprar El País si me puedo informar por Twitter gratis y compartir con mis amigos? Las redes sociales se han convertido en nodos supremos de la red global que es internet. Las herramientas tecnológicas habilitan modelos de negocio que se basan en la interconectividad de las personas para crear ricas bases de datos puestas a disposición de anunciantes para sus estrategias de marketing. Nada nuevo ya que la televisión siempre ha utilizado el mismo modelo, pero con el punto diferencial de una transmisibilidad global y en tiempo real de formas fácil y accesible para cualquier persona. Escalabilidad y difusión.
Al mismo tiempo asistimos a dos tendencias en el diseño de productos y servicios digitales: Por un lado el poder de las narrativas; storytelling le llaman. Importa más una buena historia que la verdad. La forma se come al fondo. Todo es estética haciendo bueno el dicho italiano «se non è vero, è ben trovato». Por otro el auge de la disciplina del UX / CX (User Experience / Customer Experience) y el «No me hagas pensar, estúpido» son una tendencia en el diseño digital desde hace años. Internet nos ha vuelto perezosos: hace fácil lo que antes era difícil. Y por ello el diseño de experiencia en digital se enfoca en hacerlo todo fácil, rápido, eliminando fricciones y facilitando cualquier acción que apoye nuestros objetivos. Fácil y rápido. Gratificación inmediata. Un buen ejemplo son los botones de acción en redes (Likes, share,etc..) siempre a la vista y a un solo click. De forma inconsciente los diseñadores están potenciando la transmisibilidad.
Los MMCC son los dinosaurios empresariales del siglo XXI. Les está costando adaptarse ya que están estructurados por otro mundo ya pasado, y se han resistido al cambio. Primero ninguneando la digitalización, para luego no ser incapaces de adaptarse. El resultado muchos es la desaparición de muchas cabeceras en todos los mercados. Otros editores con marcas consolidadas han apostado por lo digital y lo están haciendo bien como el TNYT o el WaPo, pero la mayoría están noqueados sin saber muy bien que hacer: han decidido apostar por la velocidad y el clickbait para salvar la cuenta de resultados. Ahora en España muchos experimentan con paywalls cuando ya han perdido a su público y su credibilidad. Complicado.
Concluyendo: más información no implica más conocimiento. La censura ya no es necesaria, ahora se trata de intoxicar por inundación de información que circula a cada vez mayor velocidad por Facebook y Google, que se han convertido en un duopolio de la publicidad digital. Es el caldo de cultivo adecuado para la desinformación, el escepticismo vital y la reafirmación ideológica. Como contrarrestar estas tendencias da para otro artículo pero básicamente se trata de tener pensamiento crítico ante cada unidad de información. Tengan cuidado ahí fuera.