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¿Hay una burbuja en el UX?

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Hace tiempo que me ronda este pensamiento en la cabeza. No es una reflexión novedosa ya que existe el debate desde hace años. En los últimos años hemos asistido a un auge de la disciplina del UX entendida como la creación de experiencias en la interacción con un producto digital. En el UX confluyen muchas otras disciplinas (arquitectura de la información, UI, copy, Data Analyticsbehavioural,…) que cada vez cobran mayor relevancia en el mundo digital. Los UX Designer son los nuevos gurús de lo digital. Desde sus cuentas de twitter pontifican de lo que es correcto o no en el desarrollo de un producto o servicio digital. No solo de la experiencia, sino del «todo». La experiencia ha pasado a ser el «todo».


Otros hechos que soportan mi sensación es la apuesta de las consultoras de negocio en la industria de la creatividad digital. En los últimos años está habiendo una carrera frenética de las grandes consultoras comprando agencias especializadas en digital: Accenture (Fjord, Droga 5, Shackleton, Vanberlo), McKinsey (Lunar, Veryday), BCG (Maya), Bain & Company (FRWD), Deloitte (Heat) son algunos ejemplos. Una tendencia que seguirá espoleada por la fragmentación del sector de la creatividad y el surgimiento constante de nuevas propuestas. El presente es digital, y el diseño impacta en la cuenta de resultados.


«El presente es digital, y el diseño impacta en la cuenta de resultados»


Y aquí estamos: UX Designers convertidos en influencers. Empresas buscando talento en todas las derivadas del UX (solo hay que consultar el portal glasdoor para ver la demanda), sueldos en alza, diseñadores gráficos reconvirtiéndose en diseñadores de interacción, todo tipo de formatos de formación y nuevas escuelas dedicadas a formar Uxers. Demasiados indicios de burbuja.


En los últimos meses hay un hecho que ha sido definitivo en mi certeza de la burbuja existente: el descubrimiento de Roam Research; uno de los productos digitales más prometedores que he probado en los últimos tiempos. Roam es una herramienta de gestión del conocimiento, pero destaca por su polivalencia. Puede ser un ToDo manager, como un gestor de proyectos, para research de perfiles académicos, entre otros muchos casos de uso. Roam es un producto en fase alfa (buscando su audiencia, el llamado product market Fit) por lo que está verde todavía. Le falta mucho en cuanto a prestaciones: colaboración, API, etc… pero se adivina su potencial. Su UI es de los 90’s; fea es el adjetivo más cariñoso que se me ocurre. Un craiglist de las notas personales. Tan poco agraciada que cuando la he recomendado a diseñadores, esa falta de belleza les echa para atrás y no le dan ni una oportunidad a la herramienta. Si no entra por los ojos, no es bueno. Y es durante esas conversaciones cuando me reafirmé en que la forma se está comiendo al fondo. Es un axioma de nuestro mundo actual.


Las empresas son incapaces de innovar. O al menos les cuesta demasiado. La globalización y las nuevas tecnologías han equilibrado fuerzas entre grandes y pequeños. Ahora cuatro amigos con talento trabajando en remoto pueden crear negocios millonarios. La creación se ha democratizado. Todos podemos ser creadores. Y esa democratización nos ha traído la abundancia. Un mundo donde hay demasiadas cosas. Demasiados libros, podcasts, instagrammers, marcas de cosmética, de ropa, de coches, aerolíneas, empresas de delivery, demasiado de todo. Los productos son un commodity salvo contadas excepciones. Como los productos y servicios no son diferenciales los hemos vestido con branding y experiencia para seguir vendiendo lo mismo pero que parezca diferente. Nuestro sistema capitalista fundamentado en el consumismo necesita que la rueda siga girando para mantenerse vivo. Ricardo Darín lo resume bien en una entrevista reciente con reflexiones interesantes, y otras no tanto.


Vivimos en un mundo donde la forma es más importante que el fondo. Hemos construido una sociedad en la que la imagen y el postureo prima sobre los valores intrínsecos de las personas y artefactos. El envoltorio es el producto. El look es la persona. Somos incapaces de mejorar el fondo, de invertir tiempo para repensar las cosas, y hemos apostado por la estética, qué es más resultona y acorde con una sociedad acelerada. Hemos tergiversado la estética filosófica cuyo objetivo es el estudio de la esencia y la percepción de la belleza, con la apariencia. Todo superficialidad. Todo velocidad sin pensamiento.


Si durante este episodio pandémico y de confinamiento que vivimos, no somos capaces de darnos cuenta de que el sistema necesita unos retoques para ser sostenible, no me imagino otro momento igual. Mientras tanto sigamos discutiendo sobre el modo oscuro de las apps, y el nuevo rediseño de slack. La disciplina del diseño necesita altura de mira y adentrase en el envoltorio.