LINKEDIN más que una Red Profesional: Tu capital socio-laboral
Cada día descubro que personas adultas en actividad, sea cuál sea la misma, están en Facebook o Twitter, pero no han encontrado motivo para darse de alta en LinkedIn. Los argumentos habituales son: No soy profesional, trabajo por mi cuenta, soy psicólogo, maestra, comerciante, estoy estudiando, no sé para qué sirve, es aburrida, no se habla con nadie… y muchas más justificaciones por el estilo.
La forma en que ha sido definida la Red (para hacer Networking Profesional, relacionarse con el mundo corporativo), ha inhibido a muchísimas personas de acercarse y sacar provecho a esta Red en la que, en mi opinión, deberían estar todos los adultos en actividad (o casi todos).
¿Por qué? Porque la presencia en Linkedin es el resguardo online de nuestro “capital socio-profesional-laboral”. Cuando nos insertamos en el mundo del trabajo a partir de los 18 años -en cualquiera de sus formas- empezamos a tejer relaciones y construir vínculos: los contactos! Esos contactos que nos ayudarán a transitar nuestra vida profesional, con enseñanzas, consejos y apoyo. Con quienes haremos proyectos o negocios. A quienes acudiremos para obtener “otro contacto” que nos abra una puerta. Todos sabemos que la formación e idoneidad para desempeñarnos laboralmente es fundamental… pero… a igualdad de condiciones, quien tiene un contacto, puede inclinar la balanza a su favor.
De hecho, LinkedIn lo dice clarito: RED DE NETWORKNG . Básicamente una red de socialización laboral que recrea aquello que pasa en el mundo físico: encuentro con compañeros, colegas, jefes y colaboradores dentro y fuera del lugar de trabajo. Si tuviéramos que poner una imagen a lo que es LinkedIn en el mundo real, diríamos que es el antiguo “tarjetero”. Aquel que se iba engrosando conforme iba pasando nuestra vida laboral. Y lo primero que nos llevábamos cuando cambiábamos de trabajo, porque esa agenda/tarjetero nos pertenece.
Todos sabemos el valor que tiene un buen “tarjetero/agenda” (ni más ni menos que una red de contactos laborales trabajados en el tiempo) , y hemos echado mano de él para nuestro provecho personal, pero también para hacer favores a colegas, conocidos, amigos y familiares. Porque llamar a alguien de parte de… puede abrir una puerta imposible de acceder de otra manera.
Si compartimos que la red de relaciones que construimos a lo largo de toda una vida de trabajo es muy valiosa ¿por qué no se la estamos heredando a nuestros hijos, sobrinos o nietos? Hasta la aparición de LinkedIn, un padre tenía que revisar en su memoria y encontrar la tarjeta de esa persona que podía echar una mano a su hijo. Hoy, sólo tiene que darse de alta en Linkedin; trabajar en la búsqueda de sus contactos para re-construir esa red (pero en la nube) y vincular a sus hijos a esa red. El puente estará tendido! Los adultos estarán preparando en vida una herencia que les llevó años construir: su capital socio-laboral.
Así pensado, suena egoísta no tener “este capital online” y compartirlo con nuestros hijos. Si como adultos nos preocupamos por educar a nuestros hijos en nuestras creencias y valores; los participamos de nuestro entorno y lazos sociales para que sean parte de nuestra red de relaciones, ¿cómo no introducirlos en nuestra red de contactos laborales, para que no dependan de nuestra presencia en este mundo, para capitalizar lo que tanto nos costó construir?
En resumen, no importa la actividad que desarrollamos. No importa si tenemos 18 años o estamos jubilados. No importa si los contactos que vamos a encontrar en LinkedIn no tienen relación con nuestra profesión u oficio: son personas de nuestro ámbito social y/o laboral con quienes alguna vez contactamos y nos profesamos respeto mutuo. Un bien intangible que formará parte de nuestra valiosa herencia.
Todo lo demás que ofrece LinkedIn (CV online, visibilidad, posicionamiento profesional, encontrar oportunidades laborales, aprender, trasmitir conocimiento y experiencias, etc.) se irá dando solo en la medida en que, cada persona en actividad, tenga su lugar en esta red. Pero lo que LinkedIn no puede ofrecer, es ese valioso tarjetero-abre-puertas con nombre y apellido.Por eso, creo que los jóvenes deberían pedir a sus adultos que se registren, construyan la red y les hagan este regalo en vida. Y los adultos que ya participan de LinkedIn, deberían alentar a sus hijos mayores de edad, a entrar y empezar a construir sobre estos pilares y sobre su propia trayectoria.
Pensar a LinkedIn como una simple herramienta tecnológica para el desarrollo profesional, ha despojado de sentido a esta red. Pensar a LinkedIn como nuestro capital socio-laboral online para siempre (como toda huella digital), es pensar en el otro y en el legado que podemos ofrecerle gracias a este mundo digital que, de una forma u otra, todos vamos habitando.