La comida del ¿futuro?
Los pasados 15, 16, 17 y 18 de mayo se ha celebrado en Barcelona la Feria Internacional de Maquinaria, Tecnología e Ingredientes para la Alimentación. Las empresas han presentado las novedades de este año, que a continuación conoceremos. Una de las más sorprendentes ha sido en materia de embalajes. Los envases del pescado que se distribuye a través de los supermercados japoneses contienen unos sensores alimentarios que hacen que el plástico cambie según el estado del producto. Actualmente, el Instituto Tecnológico de Embalaje está tratando de desarrollar esta tecnología para que sea de bajo coste y se pueda generalizar su uso. A día de hoy ya se utiliza para disminuir el crecimiento de los hongos en los productos frescos refrigerados, como sería el caso de las lechugas o las fresas. Por otra parte, el Instituto de Agroquímica y Tecnología de Alimentos dispone ya de un material que logra reducir en un 25% el colesterol de la leche. En cuanto a los alimentos propiamente dichos, se ha presentado en la Feria una nueva técnica llamada QDS, que consiste en secar el embutido en minutos, en lugar de los meses requeridos habitualmente. Con ello se pretende reducir el número de bacterias que puedan aparecer en el tiempo de secado. Desde hace un tiempo se ha observado una disminución de la vitamina K2-7 en nuestra dieta, debido probablemente a la reducción de productos frescos y naturales (no transgénicos) que consumimos en la sociedad actual, con lo cual se ha evidenciado un aumento de la probabilidad de padecer cáncer. Por ello, la empresa Zeus Química comercializa esta vitamina, así como otros productos antiedad. La empresa Tereos ha patentado el uso de la Stevia rebaudiana, una planta originaria del Amazonas con propiedades edulcorantes veinte veces más potentes que la sacarosa (y más natural). Y para rizar el rizo de la sofisticación, la empresa Beef Bean produce productos 100% naturales, sin aditivos, con un 50% de proteína, cuya materia prima es la legumbre. Estos productos están deshidratados, basta con hervir la pasta para, por ejemplo, elaborar y degustar un bistec de lentejas o unos nuggets de garbanzos. Todas estas innovaciones tienen la finalidad de mejorar la calidad de vida del consumidor final. No obstante, es preciso evaluar el grado de fiabilidad y, si se da el caso, los efectos secundarios que esto pueda producir. Eso no sería aplicable para el edulcorante natural pero sí en los sensores de los envases o la rápida desecación de los embutidos. Pese a no haberse podido valorar y cuantificar todavía los efectos que pueden producir sobre el ser humano, los productos transgénicos no están prohibidos. Sin embargo, es imprescindible que estén señalizados como tal para que el consumidor final decida. Por último, cabe mencionar que todas estas nuevas incorporaciones a la cadena alimenticia y nutricional deberían seguir los mismos patrones. ¿Estamos tan lejos de comer las pastillas de los astronautas?