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Liderazgo empresarial: mucho más que delegar y dar órdenes

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Uno de los mitos que se ha desmontado en los últimos años es aquel que señalaba que el liderazgo empresarial consistía solamente en delegar funciones en terceros y dar órdenes a un grupo de trabajadores subordinados.

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¡Qué lejos suena todo aquello! El siglo XXI no sólo ha traído la revolución de las nuevas tecnologías e Internet, sino también cambios significativos en el modelo empresarial y, sobre todo, en los estilos de liderazgo aplicados al campo corporativo.

El liderazgo empresarial es mucho más que ejercer una voz de mando desde un despacho. Para empezar, porque quien asume dicho rol debe actuar como uno más del equipo de colaboradores e implicarse tanto o más que ellos.

Funciones del liderazgo empresarial del siglo XXI

Lo anterior no quiere decir que cualquier persona pueda para asumir el liderazgo empresarial. Todo lo contrario, es una labor ardua que requiere ciertas habilidades directivas y sociales y un conjunto de conocimientos especializados.

El asunto es otro. Se trata de ver más allá de las funciones que tradicionalmente se le han asignado a este cargo y adaptarlo a las necesidades del nuevo contexto. ¿De cuáles funciones estamos hablando? Repasemos algunas cuantas:

1. Análisis de contextos y situaciones:

El liderazgo empresarial exige tener siempre los pies en la tierra. Es decir, saber dónde estamos y cuál es el medio que nos rodea. Sólo así se podrá saber cuáles son las opciones reales de rentabilidad de un negocio y llevar a la práctica planes con perspectivas acordes. Este es, digamos, su punto de partida.

2. Capacidad de proyección:

Pero así como el líder empresarial debe saber cuál es su situación actual, a la vez tiene que mirar más allá de esa situación. ¿Contradictorio? En absoluto: saber qué lugar ocupamos nos ayuda a proyectarnos hacia lugar que queremos ocupar a corto, medio o largo plazo.

3. Monitorización de procesos:

Al líder de antes no le preocupaba el estado de los procesos. Le bastaba con dar órdenes y delegar responsabilidades en otros. Esto ya no es así. El líder de ahora se esmera en supervisar, acompañar, evaluar e intervenir en cada fase de los procesos. De hecho, la implicación puede llegar a ser de tal proporción, que en algunos momentos quizá parezca uno más del grupo.

4. Resolución de incidencias:

Todo lo que ocurra en un proceso es responsabilidad de su líder. Por ello, debe ser ágil para resolver incidentes que puedan surgir en las tareas de ejecución, como por ejemplo conflictos internos, averías en equipos, ausencia de recursos, cuellos de botella, incumplimientos, etc.

5. Negociación:

También le corresponde una labor negociadora, sobre todo en el momento de pactar condiciones con los clientes, con los proveedores o distribuidores o con el propio equipo de colaboradores. La negociación es su estado natural.

6. Captación de talento:

El talento cualificado es la mejor inversión que puede hacer una empresa. Si bien esta labor la lleva a cabo el área de Recursos Humanos, el líder del proyecto debe estar al tanto del reclutamiento y la contratación de personal. Es más, debe ser el primero en identificar talentos en su medio y atraerlos hacia su marca.

El liderazgo empresarial es quizá uno de los cargos más versátiles y transversales del contexto actual. Quien aspire a ejercerlo debe estar preparado en distintos frentes a la vez y asumir los cambios del día a día como algo natural.

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